Reflexiones Vicentinas al Evangelio: XXI Domingo de Tiempo Ordinario

por | Ago 19, 2016 | Reflexiones | 0 Comentarios

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Evangelio: (San Lucas 13:22-30)

Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos mientras se dirigía a Jerusalén. Alguien le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvarán?” Les respondió: “Esfuércense por entrar por la puerta angosta, porque yo les digo que muchos tratarán de entrar y no lo lograrán….¡Qué sorpresa! Unos que estaban entre los últimos son ahora primeros, mientras que los primeros han pasado a ser últimos.”

Reflexión:

La respuesta de Jesús a esta pregunta está formada en imagines: Abriéndose paso a Jerusalén – Jesús está siendo fiel a su propia misión, yendo a Jerusalén cumple con la voluntad de su Padre aun cuando indica que tiene que sufrir y morir. La Puerta Angosta – podemos ver a Jesús mismo como la puerta, y somos salvos identificándonos con Él y esto incluye acompañándolo a Jerusalén aun cuando indica que nosotros también tendremos que morir en nosotros mismos. Fuerza suficiente – fuerza aquí no es la fuerza física para abrir una puerta literal sino que fuerza espiritual para mantenernos fieles a nuestra llamada a ser discípulos y para seguir a Jesús a Jerusalén. Cada día debemos levantar nuestra cruz, morir en sí mismos, y vivir por el bien de otros. Así es como entramos por la puerta angosta y como llegamos a conocer a Jesús tan íntimamente para recibir la salvación: tenemos que vivir y actuar como Jesús. Haciéndonos menos es metáfora de morir en sí mismos; esto es lo que Jesús pide: que el primero sea último.

(Liturgia Viviente)

Meditación Vicentina:

“Aprendiendo a llevar el resplandeciente amor de Dios, mientras brilla a través de la personalidad del Cristo viviente, es la tarea de nuestras vidas. Su experiencia de sufrir y morir en la Cruz está para recordarnos que, para uno que vive en un mundo envuelto por las nubes y niebla del pecado, el proceso de aprender va a ser, a veces, doloroso. Nosotros somos llamados a llevar el resplandor del amor de Dios en nuestras vidas personales. Los eventos de nuestras vidas – tan inescrutables, tan desconcertantes, a veces tan dolorosos, lentamente nos están dando fuerza, si solo los pudiéramos ver con los ojos de fe, para ver constantemente un día a la cara abierta de Dios, Quien es un fuego de amor que consume. También somos llamados a esparcir los rayos del amor de Dios para los pobres. Somos llamados, no a estar inmóviles ante el misterio del sufrimiento que hallamos en tantos de los pobres – hambrientos, solitarios, desalojados, errantes – pero para esparcir para ellos, a través de nuestro servicio a ellos, la fuerte luz del amor de Dios, para que ellos también puedan aprender a llevar los rayos del amor de Dios.”

(McCullen, Cosas Profundas)

Discusión: (Compartan ideas sobre estas lecturas después de un momento de silencio)  

Como Vicentinos, ¿cómo hemos sido llamados a vivir y actuar como Jesús?

Oración de Clausura:

Señor Jesús, Tú sufriste la muerte para que nosotros viviéramos,

 -Tú eres el Salvador del mundo.

Tu muerte trajo vida al mundo,

 -Que no vivamos más para nosotros mismos, sino para Ti.

Tu muerte trajo vida al mundo,

 -Que podamos ayudar al pobre hallar el brillo del amor de Dios.

¡Amén!

Autora: sor Kieran Kneaves, HC
Fuente: Sociedad de San Vicente de Paúl en Estados Unidos.

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