Entrevista al P. Tomaž Mavrič, CM, realizada en el año 2013

por | Jul 14, 2016 | Congregación de la Misión, Formación, Superior General | 0 Comentarios

En la revista Vincentiana, en el número 4 de 2013, apareció una entrevista al P. Tomaz Mavric, C.M., entonces Visitador de la Vice-Provincia de los Santos Cirilo y Metodio, quien ha sido elegido nuevo Superior General de la Congregación de la Misión la semana pasada. Por su interés la reproducimos a continuación:

Entrevista Mavric

Nota del Editor (John Maher, C.M. Editor, Vincentiana):

Vicenciana le da la bienvenida al padre Tomaz Mavric, C.M., Visitador de la Vice-Provincia de Santos Cirilo y Metodios. Nació en Argentina de padres Eslovenos que emigraron cuando Eslovenia (entonces parte de Yugoeslavia) calló bajo el gobierno de los comunistas después de la Segunda Guerra Mundial. El padre Tomaz ha laborado en su ministerio ordenado fuera de su tierra natal como misionero en Canadá y Rusia. Fue nombrado Visitador de la Vice-Provincia en el 2009. Recientemente habló con nosotros.

Háblenos sobre su procedencia; su vida familiar, sus estudios, y cómo llegó a la Congregación.

Nací en Buenos Aires, Argentina en 1959, y soy uno de cinco hijos. Mis padres salieron de Eslovenia debido a la represión Comunista de los derechos religiosos y civiles cuando Tito se tomó el poder después de la Segunda Guerra Mundial. Al dejar Eslovenia, vivieron en un campo de refugiados en Austria antes de que Argentina le concedieran asilo a los Eslovenos. Aunque crecí en Argentina y aprendí español en la escuela, teníamos una comunidad fuerte de Eslovenos que mantenía viva nuestra herencia étnica. Había un área en las afueras de Buenos Aires llamada “Villa Eslovenia”. Allí los cohermanos tenían una parroquia y un internado y allí yo estudié, y así fue como llegué a la Congregación.

Después de graduarme, decidí entrar en la Congregación como miembro de la Provincia Eslovena. Realicé mi formación en Ljubljana, donde estudié filosofía y teología, hice mi noviciado en Belgrado. Fui ordenado en Ljubljana en 1983. Mis padres estuvieron presentes, y como no los había visto en varios años, esta fue una verdadera ocasión de alegría. Esta fue la primera vez que mi padre regresó a su tierra natal en tres décadas. Mi madre con mi hermano más joven había venido a visitarme unos años antes de la ordenación. Este fue un momento tremendo para todos nosotros.

¿Dónde ha ejercido su ministerio como Vicentino?

Yo pedí ir a las misiones, específicamente Madagascar. Fui asignado a nuestra parroquia eslovena en Toronto, Ontario, Canadá, un lugar (como en Argentina) que tenía un gran número de inmigrantes Eslovenos. Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa era una parroquia grande y activa. Me dediqué de lleno en la vida sacramental de la parroquia y desarrollé un ministerio con los jóvenes. Esta fue una gran experiencia pastoral y comunitaria. Permanecí en Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa por diez años, de 1984 a 1994.

En 1994 fui enviado a Eslovenia donde laboré por tres años. El país era totalmente diferente — Tito, el dictador comunista, había muerto. La “Yugoslavia” del pasado ahora le dio paso a naciones independientes, y Eslovenia fue la primera en declarar su independencia. Así que este fue un tiempo de mucho tumulto al encentrarse con nuevas libertades no vistas por generaciones. Si bien es cierto que era excitante, también había mucha inestabilidad en la región, se reiniciaron las viejas rencillas religiosas y étnicas. Yo serví en una parroquia, trabajé en el ministerio con los jóvenes y llevé adelante la promoción vocacional.

En 1997, recibí mi “deseo misionero”. En ese entonces el Superior General, el padre Roberto Maloney pidió voluntarios para ir a una misión internacional comenzando en Rusia en Niznij Tagil, un área alejada en las Montañas Urales. Esta área había alojado un gran número de campos de prisioneros (o “gulags”). La mayoría de la gente rebelde fue enviada a estos lugares por Stalin. Estos estaban catalogados como perennes “enemigos del estado” aunque no hubieran hecho nada ilegal.

Llegué con un cohermano de Polonia. Yo no hablaba polaco, y él no hablaba esloveno. Pero de alguna manera, nos las arreglamos para comunicarnos y aprendimos a vivir juntos como hermanos y co-trabajadores. Nuestra parroquia era pequeña. Esta era una experiencia nueva. Por ejemplo, la mayoría de la gente, debido a su aislamiento de otras partes del mundo, no sabía nada sobre Vaticano II y los cambios que había traído para la Iglesia y el mundo. Habían estado en un “modo de sobrevivencia” por tanto tiempo que dependían de la fe y devociones religiosas de su juventud, lo cual ya era heroico. Era tan conmovedor escuchar como había sobrevivido como comunidad, reuniéndose para rezar en pequeños grupos en las casas, parques y cementerios. Una mujer de avanzada edad (su nombre es Lydia y todavía vive) en muchas ocasiones hizo largos viajes por tren para encontrarse en secreto con un sacerdote que le daría hostias consagradas las que llevaba de regreso para las celebraciones de oración con comunión. Ella fue (y sigue siendo) una gran inspiración para mí.

En cuanto pasaba el tiempo, fuimos capaces de crecer como comunidad parroquial, venciendo una gran cantidad de miedos y desconfianzas de la gente. Definitivamente estaban afectados por todo lo que habían sufrido. También, la Iglesia Católica era vista con recelo por el gobierno regional y la gente del lugar. Nuestra iglesia parroquial era un edificio prefabricado en Alemania y enviado a la localidad en camiones grandes. Los conductores que la llevaron dijeron que mientras viajaban por Rusia, algunos ladrones los pararon con la intención de robarles hasta que se dieron cuenta que era una iglesia. Decidieron que sería mala suerte cometer ese delito y los dejaron seguir su camino. La iglesia la armaron rápidamente y fue dedicada el 13 de Mayo, la fiesta de Nuestra Señora de Fátima, que vino a ser el nombre de la parroquia.

En el 2001, dejé nuestra misión en Rusia y fui a Irlanda para tomar unos cursos sobre desarrollo humano, los cuales fueron una gran experiencia personal. En el 2002 acompañé a nuestros Novicios de la ya Vice-Provincia que se había unido al Noviciado de la Provincia Eslovaca en Banska Bristica, Eslovaquia. En el 2003 tuve una cirugía de implante de una rodilla, así que regresé a Eslovenia.

En el 2004, se me asignó a nuestra casa en Kiev, la cual llamamos “regalo de Dios” porque la Divina Providencia (quien guió al padre John Roche, Visitador, para encontrar donantes generosos para comprar la tierra y construir la casa provincial). En el 2009, se me nombró Visitador y fui reelecto en el 2012.

¿Qué retos enfrentas como Visitador de la Provincia de Santos Cirilo y Metodios?

Bueno, los retos son muchos, pero tengo gran confianza en nuestros cohermanos.

La Divina Providencia, Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa y San Vicente caminan junto a nosotros. Yo diría que mi primer gran deseo es para que conozcamos más intensamente a Jesús y a San Vicente, y que en los trabajos imitemos a San Vicente como un verdadero “místico de la caridad”. (El padre Hugh O´Donnell utilizó esta frase en el retiro espiritual de la Vice-Provincia que nos dirigió y nos dijo que esta frase fue acuñada por un cohermano Italiano.)

Durante mi primer periodo, puse algunas metas tales como la de fortalecer nuestra presencia en algunos ministerios que llevábamos adelante; asegurar que cada una de las comunidades locales tuvieran contacto directo con los pobres; ayudar a los cohermanos a promover nuestro carisma en esta parte del mundo; organizar y “hacer crecer” la presencia de la Familia Vicentina aquí, para asegurar la estabilidad y el crecimiento de nuestro sistema de formación para atraer vocaciones “nativas”. Sin embargo, vivimos en un área donde los católicos son un pequeño porcentaje y las realidades civiles y religiosas plantean un ministerio parroquial y pastoral muy exigente y difícil. Pero, al igual que los cohermanos, creo que tenemos una gran contribución que ofrecer como Vicentinos.

En mi segundo periodo como Visitador, (que se inició el año pasado), estamos considerando continuar fortaleciendo los ministerios actuales, entre otros el Proyecto Vicentino Harbour, ministerio a los estudiantes católicos extranjeros, equipos de Misiones Parroquiales y desarrollar algunos proyectos nuevos. Estamos pensando establecer un Centro de Espiritualidad Vicentina en la ciudad de Sniatyn donde se encuentra la tumba de la beata Hermana Marta Wiecka, H.C., para brindar programas para los peregrinos, nuestros apostolados, la Familia Vicentina. También me gustaría ver en algunos momentos en los próximos años fortalecer nuestra presencia en Rusia, como la llamamos “una misión dentro de una misión”. Por supuesto, hacer esto implica lidiar con factores civiles y religiosos muy complicados y fuera de nuestro control, pero aún así digo ¡intentemos y veamos a ver que pasa! También me gustaría “hacer crecer” las raíces de nuestra Familia Vicentina para construir comunidad, meternos en formación continua y profundizar los lazos de fe y servicio.

En estos momentos tenemos diez ramas de la Familia Vicentina dentro de los perímetros de la Vice-Provincia (que incluye Ukraine, Belarusia y Rusia).

Una rama que está creciendo rápidamente es la Asociación de la Medalla Milagrosa. Aquí en Ucrania, tenemos más de 2500 miembros registrados. Por la intercesión de María, estamos enrolando jóvenes, familias y miembros nuevos de la Iglesia en esta Asociación, que, como bien sabes, promueve oportunidades devoción y servicio a los pobres en línea con nuestro carisma Vicentino. Mucha de nuestra gente en la AMM personalmente da testimonio del poder de la Medalla Milagrosa en sus vidas. Veo solo cosas buenas para el crecimiento de la AMM en la Vice-Provincia, y creo que la intercesión de María será esencial para futuros ministerios, especialmente en Rusia.

Por último, pero no el menor de los retos, necesitamos estar abiertos a “nuevas formas” para extendernos y servir a los pobres.

¿Hay algún reto grande en el futuro que te preocupa más?

Bueno, por supuesto un reto que no cesa es el reto operacional que todo Visitador tiene que enfrentar: las finanzas. Como una Vice-Provincia joven con un número pequeño de católicos, muchos de los cuales viven en pobreza, nuestros recursos son pocos. Así que dependemos de ayuda financiera de la Curia, de otras Provincias, de donaciones y de subsidios. Es por eso que desarrollar el “Fondo Patrimonial” es esencial para nuestro futuro. Debemos tener una base económica estable para mantener los trabajos existentes, tomar nuevos ministerios y proveer para la formación de nuestros seminaristas. No podemos vivir económicamente “de la mano a la boca” todos los años si deseamos estabilizarnos y también crecer en el futuro. Así que siempre estamos buscando nuevas formas para generar fondos, incluyendo acercarnos a fundaciones para conseguir subsidios por medios de la oficina de V.S.O., etc.

En cuanto a cohermanos, ¿Cómo esta conformada la Vice-Provincia hoy?

Hoy somos 24 cohermanos, casi la mitad son nativos de Ucrania, sede de la mayoría de nuestros trabajos. Muchas de nuestras vocaciones vienen del Este de Ucrania conocida como “Transcarpacia”. Bordea con Polonia, Eslovaquia, Hungría, y ha estado bajo el dominio de imperios y naciones, incluyendo Austria-Hungría y la Unión Soviética. En esa parte de Ucrania tenemos una casa de la comunidad, una misión (en Perechyn) con seis parroquias.

Ahora tenemos seis jóvenes en formación: tres que fueron ordenados al diaconado recientemente, dos en el noviciado y uno en teología. La mediana en edad de los cohermanos es 44 años, lo que es una bendición, ya que le da vitalidad para construir la presencia de la Iglesia y la Congregación en esta parte del mundo. La mayoría de los cohermanos se dedican a los ministerios pastorales y parroquiales, pero tenemos cohermanos que están involucrados en otros ministerios, tales como formación, equipos misioneros parroquiales, profesores en el seminario, y en servicio directo a los pobres. Es necesario proveer buena formación inicial al igual que continua para fortalecer constantemente la profundidad de nuestra vida espiritual, para poder continuar creciendo en nuestra vocación Vicentina.

¿Cómo describirías el estado de la Iglesia en Ucrania?

Bueno, históricamente la población Católica de Ucrania nunca ha sido grande en números, donde la Iglesia Ortodoxa es la mayoría. Este dato junto la era Estalinista, la ocupación Soviética de Ucrania intensificó la realidad de la Iglesia en una pequeña minoría.

Aunque la Iglesia aquí es pequeña, el Clero Diocesano, congregaciones religiosas de hombres y mujeres, al igual que los laicos están trabajando juntos para crear en las parroquias comunidades vibrantes y acogedoras, al igual que en las otras áreas de ministerio y servicio a los pobres.

En cuanto a los factores externos tanto de vivencia como de ministerio, encontramos que mientras estos varían de lugar a lugar, por lo general, tenemos más libertad de movimiento en Ucrania que en otros lugares.

Por último, ¿Dónde te gustaría ver la Vice-Provincia en cinco años?

Bien, por supuesto, cinco años será después de mi tiempo como Visitador. La Divina Providencia nos guiará. Creo que la intercesión de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa y San Vicente harán grandes cosas por nuestra Vice-Provincia y la Familia Vicentina. Me gustaría ver que el número de vocaciones no se detenga sino que se incremente.

Me gustaría que siguiéramos viendo los nuevos signos de los tiempos involucrándonos en la “Nueva Evangelización” y expandiendo nuestros trabajos para y con los pobres. Me gustaría, individualmente al igual que como Vice-Provincia, buscar respuestas en cuanto a lo que significa “místicos de la caridad” y caminar hacia esa meta.

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