Un ejemplo de humildad para la Familia Vicenciana

por | Jul 8, 2016 | Noticias, Sociedad de San Vicente de Paúl | 0 Comentarios

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Discurso de aceptación del Lcdo. Ceferino A. Patiño Jr. como Presidente de la SSVP en Filipinas

Antes que nada, permítanme presentarme. Mi nombre completo es Ceferino A. Patiño, Jr., 70 años, casado con una bella esposa desde hace 40 años (Tita Dek, por favor ponte en pie para que te conozcan). Dek y yo hemos durado tanto tiempo juntos porque hemos compartido los mismos intereses y aficiones, como es escalar montañas en las Filipinas como el monte Pulag en Benguet y el monte Apo, en Kidapawan. De hecho, también subimos el monte Isarog aquí en Naga, el monte Mayon en Legaspi y el monte Asog en Buhi.

Tenemos 4 hijos y 6 nietos. Nuestro hijo mayor es Jesús Ceferino Patino III. Él es médico de la UCI, en St. Louis, Missouri, Estados Unidos. Nuestra segunda hija es María Minamahal Patino-Flores. Ella es médico de medicina interna en Connecticut, Estados Unidos. Nuestro tercer hijo es José Marciano Patino. Ahora trabaja como gerente de estrategias de negocio en OLX, Filipinas. Nuestro cuarto hijo es Juan Bernardo Patiño. Él es ingeniero industrial de UP y ahora está trabajando desde su casa en Singapur, como defensor de la cultura financiera. A través de Internet, enseña a los filipinos cómo ahorrar e invertir. Por favor, fíjense en los nombres de nuestros hijos: Jesús, María y José (la Sagrada Familia) y Juan, el primo hermano de Jesús.

He de mencionar a nuestros hijos y sus logros porque son nuestros trofeos a lo largo de 40 años de matrimonio. Han sido el propósito de nuestra segunda vida, el propósito primero es Dios y el segundo, la familia.

Tal vez, muchos de ustedes están preguntando cómo me involucré en la Sociedad de San Vicente de Paúl. Estudié en el Seminario San Pío X en la ciudad de Roxas durante 8 años, en donde el fallecido cardenal Sin era nuestro Rector. Pero salí del seminario porque me gustaban más las bellas chicas que servir a Dios como sacerdote. Por eso, cuando me encontré con Dek en su atractivo traje, me despedí de mi días locos de suerte como soltero y me casé con ella el 6 de septiembre de 1975, siendo oficiante el Cardenal Sin. Construimos nuestra casa en barangay Don Bosco en Paranaque, bajo la jurisdicción de la parroquia de María Auxiliadora. Durante mis 8 años en el seminario, Dios debió plantar la semilla del servicio, de tal manera que me acerqué a nuestro párroco, P. Pierangelo Quaranta, diciéndole que quería servir en la parroquia como ministro laico de la Eucaristía. Él dijo que no. Que en la parroquia podría ser miembro de la SSVP; así pues, aquí estoy, después de 38 años.

Ahora vamos a la cuestión que nos ocupa, que es mi elección como Presidente Nacional de la SSVP.

Cuando Pmay y el Dr. Buddy me pidieron el año pasado si estaba interesado en ser presidente nacional de la SSVP, yo de plano dije que no. Les dije que ya tenía 70 años de edad, con hipertensión y algo olvidadizo. Que lo que la SSVP necesitaba era una persona joven y saludable. También dije que no tenía tiempo porque gestiono 2 empresas y un pequeño despacho de abogados. No puedo retirarse de estas empresas porque mi retiro se invierte en estas empresas. También, a partir de estas firmas, consigo mis fondos. Además, mi esposa Dek, después de 40 años de unión, todavía no me considera un marido con éxito. Su definición de un marido exitoso es aquel que gana más de lo que puede gastar su mujer.

Hace 3 semanas, Mayleen y el Dr. Buddy me hicieron de nuevo la misma pregunta, explicándome que la sociedad necesita continuar con sus programas actuales, especialmente el programa de reconstrucción de vidas. Les dije que pensaría en ello y les daría mi respuesta el 16 de abril, después de nuestro viaje a Japón.

Aquí estoy ahora, el presidente electo del consejo nacional de la SSVP, desamparado. Pero no es cierto que no tenga enemigos. Yo soy mi propio adversario. Podría haber rechazado la candidatura, la llamada al servicio. Tengo 70 años de edad. La edad de jubilación de los obispos es a los 70 años. También los jueces de la Corte Suprema. Tengo hipertensión. Es por eso que no me uní a nuestro desfile de ayer, bajo el calor del sol. Podría elegido continuar con una vida relajada e ir al extranjero de vacaciones, de vez en cuando. Pero, ¿cómo puedo rechazar la llamada de Dios para el servicio? Ya le negué una vez, cuando escogí a las chicas hermosas sobre Él, hace 50 años.

Por lo tanto, con profunda humildad acepto el cargo de Presidente del Consejo Nacional de la SSVP, confiando plenamente en la promesa de Dios de que cuando Él llama, equipa, cuando Él llama, cualifica, cuando Él llama, provee.

Con razón se dice: vicentino una vez, vicentino para siempre. En la SSVP, para siempre. Joven vicentino para siempre.

Viva san Vicente de Paúl, viva el beato Federico Ozanam. Gracias.

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