“Lo acompañaban los doce y algunas mujeres”
2Sm 12, 7-10.13 | Sal 31 | Gal 2, 16.19-21 | Lc 7, 36-8,3.
A nadie escapa que las mujeres son la fuerza y el impulso de la Iglesia. Tal vez no en las estructuras de gobierno, pero sí en las bases fieles, de servicio, de testimonio; en el caminar sencillo de las parroquias y las comunidades; en la realización de los proyectos pastorales y misioneros, las mujeres ocupan el primer lugar en la fila.
El evangelio nos da testimonio de que, ya en tiempos de Jesús, había un grupo de mujeres que lo acompañaba, facilitando y sosteniendo la labor evangelizadora. Cuidaban de él y de los apóstoles, cumpliendo una tarea esencial en el anuncio del evangelio.
Jesús siempre tuvo una actitud amorosa y respetuosa de la mujer y de ello hay muchos ejemplos, como el que nos presenta hoy el evangelio. Jesús permite que la mujer pecadora le lave los pies y los unja con perfume. Jesús la defiende ante el fariseo y la incorpora a una vida digna y santa.
Esta actitud de Jesús era extraña en aquel tiempo y en aquella sociedad. Desgraciadamente, no hemos logrado aún que las mujeres ocupen el lugar que les corresponde en nuestras sociedades. El lugar que Jesús sí les dio.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero, C.M.
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