Reflexiones Vicentinas al Evangelio: X Domingo de Tiempo Ordinario

por | Jun 2, 2016 | Reflexiones | 0 comentarios

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Evangelio: (San Lucas 7:11-17)

Jesús se dirigió poco después a un pueblo llamado Naím, y con él iban sus discípulos y un buen número de personas. Cuando llegó a la puerta del pueblo, sacaban a enterrar a un muerto: era el hijo único de su madre, que era viuda, y mucha gente del pueblo la acompañaba. Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: “No llores.” Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron. Dijo Jesús entonces: “Joven, yo te lo mando, levántate.” Se incorporó el muerto inmediatamente y se puso a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Un santo terror se apoderó de todos y alababan a Dios, diciendo: “Es un gran profeta el que nos ha llegado. Dios ha visitado a su pueblo.” Lo mismo se rumoreaba de él en todo el país judío y en sus alrededores.

Reflexión

La gracia de Dios es un misterio. En realidad, “Todo es gracia.” Quizás porque todo es gracia, es más misterioso para nosotros. Algunas veces eventos y personas en nuestras vidas pueden forzar nuestra fe para ver como estos eventos, estas personas, son gracia para nosotros. Pero la perspectiva de los años a menudo nos permiten a nosotros mismos, especialmente si somos lo suficientemente humildes, para ver que esos eventos, esas personas, fuesen gracias reales para nosotros. Si hemos de regocijar en la gracia de Dios – gracia quiere decir favor, regalo – tenemos que tener ojos que ven y oídos que escuchan. Y eso exige un corazón reflexivo que tiene la capacidad de maravillar. Pero no puede haber maravillas en nuestras vidas sin el silencio, pues es solo en el silencio que podemos maravillarnos de la gracia de Dios, sin el cual no podemos hacer nada. (McCullen, Cosas Profundas)

Meditación Vicentina

Ninguna plática o discurso de San Vicente terminaba sin algún consejo real y practico, así que, siguiendo su propia costumbre, puedo yo sugerirte que trates de aprovechar más momentos de reflexión durante el día, para cultivar silencio del corazón, para que maravilles a la gracia de Dios que nos rodea, como el aire que respiramos. En gran parte es el uso que hacemos del silencio y la reflexión que nos hacen el tipo de personas a que nos convertimos. De excavar continuamente una fuente de silencio en nuestras vidas es asegurar que el agua viviente de la gracia del Señor siga creciendo, especialmente cuando la necesitemos para ayudar al pobre quien tiene sed por la gracia y benevolencia de Dios, y la busca de nuestras manos y labios y corazones. (McCullen, Cosas Profundas)

Discusión: (Compartan ideas sobre estas lecturas después de un momento de silencio)

¿En que maneras has encontrado tiempo para silencio y reflexión en tu vida?

Oración de Clausura

Jesús, nos llamas a ser discípulos,

-Que seamos tus verdaderos sirvientes.

Jesús, enséñanos como encontrar tiempo para silencio y reflexión,

-Danos ojos para ver tu gracia que nos rodea.

Jesús, danos el espíritu de maravillar,

-Para que sepamos que “todo es gracia.”

¡Amen!

Autora: sor Kieran Kneaves, HC
Fuente: Sociedad de San Vicente de Paúl en Estados Unidos.

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