‘ Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos’’.
Gn 18, 20-32 | Sal 137 | Col. 2, 12-14 | Lc 11, 1-13.
Si pudiéramos registrar el tiempo que utilizamos para contestar un mensaje, ver televisión, etc., nos sorprendería observar la cantidad que empleamos en hacerlo. En cambio, ¿cuándo oramos? Es muy respetable cómo utiliza el tiempo cada persona. Pero, ¿cuándo se nos ocurre dialogar con Dios? ¿Qué es lo que generalmente nos mueve a hablar con Él? Queremos aprender muchas cosas pero eso de hacer oración como que nos suena poco redituable. Para muchos la oración es perder el tiempo y muy aburrido. Nos atrae más la oferta de las redes sociales.
La oración que Jesús nuestro Señor enseña a sus discípulos es todo un proyecto de vida que requiere de toda nuestra energía y pasión. Es importante no desfallecer en la oración. Podemos estar seguros que nuestro Padre Dios nos espera y nos escucha con particular cariño.
No dejemos que el tedio o las voces externas que nos rodean día a día fracturen el canal de comunicación con quien es la fuente de la vida. Te invito a que hagamos oración y dejemos a un lado el celular, que nos conectemos con nuestro Padre y que aprendamos a escuchar su voz. Puede ser que te pase lo mismo que a muchos, que en momentos nos da sueño o que no sabemos qué decir. La verdad, lo que más importa es lo que Él mismo nos dirá. ¡Vayamos con júbilo al encuentro del Señor!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Israel C. Alba Romero, C.M.
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