A mitad de camino en el tiempo de Pascua, es un buen momento para un corto test.
1. ¿Sabías que la Pascua es la celebración central del calendario cristiano?
Aunque la Navidad pudiera parecer la fiesta predominante en la cultura popular, de hecho es la Pascua la que reclama este lugar. Un visitante atento a la iglesia de Santo Tomás Moro puede notar algunos de los signos más obvios e importantes. Voy a señalar dos. Primero, y más importante, es la vela de Pascua. Se encuentra justo al lado del ambón desde el que se proclama la Palabra de Dios. Simboliza a Cristo como luz del mundo. Él aleja la oscuridad del pecado y de la muerte, y ahora se sitúa en medio de nosotros. El color blanco, evidenciado por los ornamentos litúrgicos y los lirios que decoran la Iglesia, simboliza la vida, la alegría y la victoria. Todas son características de la resurrección.
2. ¿Sabías que «el día de Pascua» no es un solo día, sino una semana completa?
Este segundo hecho se deriva del primero. La Pascua es tan central en la fe cristiana que un día no es suficiente para captar su valor y significado. Es un hecho central que dura una semana, desde el Domingo de Pascua hasta el sábado siguiente. Durante este tiempo, cada misa diaria tiene el rango de solemnidad, lo que los católicos valoran como la más importante de las fiestas litúrgicas. Las lecturas del Evangelio de cada día se toman de los relatos de la resurrección del Señor y se canta el Gloria. Para aquellos que rezan la oración diaria de la Iglesia (llamada Liturgia de las Horas), cada día se usan las oraciones y salmos del domingo de Pascua. Alleluia —»alaba al Señor» en hebreo— se convierte en una palabra continuamente repetida en la liturgia y la oración.
3. ¿Sabías que el tiempo de Pascua termina con Pentecostés?
El tiempo de Pascua dura 50 días. El judaísmo también celebra un Pentecostés, 50 días después de la Pascua. Una tradición (Ex 19, 1) enseña que al pueblo hebreo, que acababa de escapar la esclavitud en Egipto, le costó cincuenta días hacer el viaje desde la liberación en el Mar Rojo hasta el Monte Sinaí. Una vez llegado al Sinaí, a Moisés se le da el don de la Ley que entonces (y ahora) guía la vida del pueblo judío. Para la comunidad cristiana, después de la resurrección de Jesús, los cincuenta días terminan con el don del Espíritu Santo que Jesús había prometido. Este Espíritu, como la Ley, da orientación, dirección e inspiración a la Iglesia. Puede verse cómo, en la celebración judía, se presentan los antecedentes y fundamento para comprender la solemnidad cristiana.
Una frase muy popular, atribuida a San Agustín, y muchas veces repetida en este periodo, anuncia que: «¡Somos el pueblo de la Pascua, y Aleluya es nuestra canción!» Esta actitud fluye profundamente en esta época del año y define a la comunidad cristiana.
(Este ensayo fue preparado para el periódico de los estudiantes, «The Torch» [«La Antorcha»] de la Universidad de St. John, Nueva York).
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