Como todos ya sabremos, un terremoto de 7,8 grados en la escala Richter arrasó el sábado por la noche gran parte de Ecuador y ha provocado una tragedia aún impredecible. Más de 400 personas han muerto y 2.500 han resultado heridas, estando desaparecidos aún un buen número de habitantes del país.

Información del diario «El País»:

Miembros de la Cruz Roja, militares y policía local trabajan en un área colapsada en el barrio de Tarqui en Manta (Ecuador) después de que un terremoto sacudiera la costa del Pacífico, 17 de de abril de 2016. Foto REUTERS/Guillermo Granja

Eran las 18.58 hora local cuando la tierra tembló en el noroeste del país, en la provincia costera de Esmeraldas, fronteriza con el sur de Colombia. El sismo, el peor en las últimas tres décadas en Ecuador, se sintió en todo el país. El epicentro se produjo en el océano Pacífico a una profundidad de 20 kilómetros, a 28 de la costa ecuatoriana y a 173 de la capital, Quito. Casi 200 réplicas, algunas de una intensidad de hasta 6,1 grados, se han producido desde entonces y se podrían seguir sintiendo en los próximos tres días. Se trata de uno de los peores terremotos que ha sufrido América Latina en la última década, después del que en 2007 golpeó a Perú (casi 600 muertos) y en 2010 a Chile (más de 150 fallecidos) y la catástrofe de Haití de ese mismo año, con más de 300.000 muertos.

Comenzamos a recibir algunas noticias de la Familia Vicenciana en el país. Aunque escasas todavía, las informaciones que nos llegan son que, aparte de los desperfectos que han sufrido las instalaciones, no se han sufrido bajas humanas. El P. Chuno Chavez Alva, C.M., informa: «El sábado contacté con los seminaristas que viven en Tabacundo, y están bien. También contacté con sus padres y con los que han sido más afectados, por estar cerca del epicentro, en la costa. Solo me han informado de daños materiales».

Lo mismo informan las Hijas de la Caridad del país: tan solo daños materiales. Desconocemos la situación de otras ramas de la Familia Vincenciana.

Oramos por todos los afectados por el desastre natural, fallecidos y heridos, y por sus familias. Esperamos que pronto la situación vaya mejorando y, con la ayuda de todos, comiencen pronto las labores de reconstrucción. Estamos seguros que los vicencianos del país se movilizarán para ayudar.