Reflexion y reto:

«Nuesto destino es el cielo«. ¿Qué queremos decir con esta frase? Que nuestro destino es vivir resucitados junto al Padre, con Jesucristo,  el primer resucitado:

Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. Porque si hemos hecho una misma cosa con él por una muerte semejante a la suya, también lo seremos por una resurrección semejante; sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con él, a fin de que fuera destruido este cuerpo de pecado y cesáramos de ser esclavos del pecado. Pues el que está muerto, queda librado del pecado. Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la muerte no tiene ya señorío sobre él. (Rom 6, 4-9)

Nuestra historia tendrá un final feliz. Mientras tanto, nosotros, peregrinos en la tierra, nos afanamos en seguir los pasos del Maestro y, a su ejemplo, traer resurrección a todos los ámbitos donde reina la muerte.

Los vicencianos no somos personas que nos quedemos estáticos ante la promesa de resurrección. Porque Dios nos pide que sigamos construyendo el Reino, trabajamos porque éste se vaya realizando, también aquí en la tierra, sabiendo que la última palabra ya está dada, y que, al final, Dios se revelará en plenitud. Esto nos llena de esperanza: gastar nuestra vida a favor de los pobres es, sencillamente, atraer el reinado de Dios a esta tierra.

• ¿Estoy ofreciendo mi vida para que esto sea una realidad?
• ¿Vivo mi vocación vicenciana con alegría, con esperanza, sabiendo que en manos de Dios está todo y su promesa se cumplirá?

Javier F. Chento @javierchento JavierChento