La conferencia internacional “Religiosos y migraciones en el siglo XXI: perspectivas, desafíos y respuestas”, promovida ante las Naciones Unidas por las delegaciones de Pasionistas Internacional, Congregación de San José, Agustinos Internacional y Congregación de la Misión, concluyó este miércoles en Roma, tras dos días de trabajo. En el encuentro han participado un centenar de religiosos y religiosas, pero también de laicos y expertos del sector.
El objetivo de esta conferencia “era comprender más a fondo el fenómeno migratorio y su repercusión en el mundo de hoy, sobre todo en el contexto de la situación europea actual”, indica el comunicado publicado este jueves por la mañana.
Además se han tratado de identificar modalidades de solidaridad más eficaces y compartidas. “Se ha lanzado también un fuerte llamamiento a intensificar el trabajo de red entre las congregaciones asociaciones y organismos, tanto en los países de origen como en los de tránsito y destino de los migrantes”, explica.
La red representa ciertamente –prosigue– una de las formas mejores para no dispersar energías, competencias y recursos y para impulsar todavía más el trabajo que todos esos entes desempeñan. Por ejemplo, en Italia, 23.000 personas (casi la cuarta parte de los refugiados presentes en el país) son acogidos por las parroquias, las comunidades religiosas, los monasterios y los santuarios.
Por todo ello, los participantes “han manifestado su preocupación por el gran número de menores involucrados en los flujos migratorios y a menudo no acompañados, al igual que los miles de jóvenes, sobre todo nigerianas (más de 4.000 desembarcadas en 2015 en Italia) que corren peligro de acabar en manos de las redes de explotación de la prostitución”.
El padre Emela Xris Obiezu, representante de Agustinos Internacional ante las Naciones Unidas, ha asegurado que “en este mundo tan complejo y ante el reto de las migraciones cada vez es más necesario pensar globalmente y actuar localmente también en términos de presión y defensa. Para que se escuchen las voces de las víctimas y de quien trabaja a su lado en todos los ámbitos de atención, desde las administraciones locales a la ONU, a fin de influenciar también las decisiones operativas, teniendo siempre como centro la atención a la persona y el respeto de su libertad y su dignidad”.
Source: Zenit.org
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