Neh 8, 2-4a. 5-6. 8-10; Sal 18; 1Cor 12, 12-30; Lc 1, 1-4; 4, 14-21.
En este texto, Jesús cambia su lenguaje y asume el lenguaje de los profetas, en especial el de Isaías, Lo usa Jesús como mediación pedagógica para el diálogo con sus contemporáneos y con los maestros de la ley. A la vez, es un recurso literario, pues este lenguaje le permite ser reconocido como maestro y a su vez facilita la comprobación de su propuesta (Jesús es el Hijo de Dios). Estas expresiones afirman que él tiene la sabiduría de los profetas y la didáctica de los maestros de la ley, lo cual lo legitima para también interpretarlas.
El proceso de formación que Jesús quiere dar a sus contemporáneos se visualiza en estos textos, que terminan con el gran evento de la obediencia, por lo tanto las palabras de Jesús cobran fuerza para simbolizar la legitimidad de la presencia de Dios en él; “hoy se ha cumplido ante ustedes esta profecía”.
Desde el contexto en el que hemos venido releyendo este evangelio, podrían ser el camino para devolver al pueblo su historia experimentando desde la propuesta de Jesús nuevos cambios de vida humana a través de un mesías que da Buena Noticia a los pobres; libertad a los cautivos y oprimidos, a los ciegos la vista, proclamar un año de gracia.
Desde esta óptica, ¿no debemos, como cristianos, buscar el encuentro con Jesús en las imágenes dolientes de quienes no tienen figura humana en nuestros tiempos? ¿De aquellos y aquellas que no cuentan, no son escuchados, ni ayudados?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Vicente Hernández Nolasco, C.M.
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