Gén 49, 2. 8-10; Sal 71; Mt 1, 1-17.
“Jesucristo, hijo de David e hijo de Abraham”
A medida que avanzamos en el tiempo del Adviento, las lecturas nos alertan cada vez más acerca del nacimiento del Mesías. El evangelista Mateo trata de poner en claro la identidad de Jesús al presentar sus orígenes desde Abraham, pasando por David y llegando hasta su nacimiento. ¿Qué pretende con esto el evangelista? Presentar a Jesús como el heredero de las promesas hechas tanto al patriarca Abraham como al rey David. Después de muchas generaciones, llega el momento de la instauración del Reino. Dios es fiel. Lo que comenzó con Abraham, Dios lo ha llevado a término con Jesús. Dios siempre cumple su promesa. En Jesús se realizan las promesas hechas a los antepasados.
Para los judíos es importante el nombre de los antepasados. Ellos manifiestan la identidad de la persona. Por eso Mateo comienza su evangelio diciendo: “documento de los orígenes de Jesucristo, hijo de David e hijo de Abraham”. Mateo con su genealogía de Jesús busca situarlo en la historia de la salvación del pueblo judío.
El bautismo que cada uno ha recibido en la Iglesia, también le ha dado un nombre: Cristiano. Ese nombre nos ha dado una identidad. Significa pertenencia a Cristo. Por el bautismo pasamos a formar parte del cuerpo místico de Cristo que es su Iglesia. ¿Conoces bien a Cristo? El adviento “es una ocasión importante para volvernos a Él. Para profundizar y vivir con mayor valentía la fe, para reforzar nuestra pertenencia a la Iglesia”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jorge Pedrosa Pérez, C.M.
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