El Papa Francisco, con la Bula “Misericordiae Vultus”, nos ha llamado a vivir el Jubileo de la Misericordia. El Jubileo, nos dice el Papa, es una especial ocasión para recordar que Dios sólo se comprende, en sí mismo, como misterio de misericordia. La comunión Trinitaria, y la revelación de su amor, no se pueden entender, si no es como un acto eterno de su misericordia. Podremos entrar en comunión con Dios, con nosotros mismos, y con nuestros hermanos, gracias a la misericordia que ya habita en nuestros corazones. Para el Papa Francisco, la “misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado.” (MV2). Vivir desde la Misericordia, debe ser la manera como asume su existencia todo cristiano.
San Vicente de Paúl, hablando de la misericordia, va a afirmar, que es algo que los misioneros viven, pero que ha de constituirse en una actitud continua y constante. Al respecto dirá:
“También la ejercitamos y hemos de ejercitarla durante toda nuestra vida: misericordia corporal, misericordia espiritual, misericordia en el campo, en las misiones, socorriendo las necesidades de nuestro prójimo; misericordia cuando estamos en casa, con los ejercitantes y con los pobres, enseñándoles lo que necesitan pasa su salvación; y en tantas otras ocasiones como Dios nos presenta.” (Conf. a los misioneros. 383)
TRES CONVICCIONES
La misericordia Vicenciana se sostiene, en tres convicciones, que se constituyen en la roca firme de su ser y de su acción: Jesús, los pobres, y la comunidad:
- JESÚS, LA FUENTE
- Jesús, es el rostro de la Misericordia del Padre. Su presencia en medio de la historia humana, sus palabras de vida, su proyecto del Reino, y su amor por los pobres, sólo se entienden, como expresión radical del amor de Dios Padre, para con la humanidad. Toda la Misericordia de Dios se nos ha dado en Cristo.
- Por ello, para San Vicente, es imprescindible que nos configuremos con Cristo, con su Espíritu. Tener los mismos sentimientos, y acciones de Jesús, dejarnos guiar por su Espíritu, es permitir que la Misericordia de Dios sea nuestra particular manera de comprender y vivir la vida.
- LOS POBRES, VIDA Y TAREA
- Una expresión privilegiada de la Misericordia divina, se encuentra en los pobres. En efecto, ellos son para Vicente, los predilectos del Señor, y de su amor misericordioso. Los pobres nos muestran la gratuidad de la vida, y la “verdadera religión”.
- Pero, la situación que viven los pobres, hace que la misericordia, se transforme en vocación de servicio. La misericordia vicenciana, se expresa como acción que integra el amor afectivo y efectivo, en la dignificación de los pobres.
- LA COMUNIDAD, FRATERNIDAD Y FUERZA
- La Misericordia nace de la comunión Trinitaria, y se realiza en la Comunidad eclesial. No podremos comunicar el amor más profundo de Dios a los hombres, a los pobres, si no somos capaces de vivir, y de amarnos como familia de bautizados, como Comunidad de consagrados. .
- La comunión fraterna en nuestras comunidades parroquiales, y locales, y en el trabajo conjunto como familia Vicenciana, es una expresión clara de los alcances que puede irradiar la misericordia divina en nosotros, que une y envía.
TRES GESTOS
La misericordia Vicenciana, en este año de gracia, ha de expresarse en tres gestos significativos:
- MIRAR
- Mirar con bondad, y alegría es en gesto de misericordia. Mirar con ternura, es decirles a los hombres, que existen, que son siempre visibles ante Dios, y amados por EL; es decirles, que son importantes, no por lo que pueden adquirir en nuestra sociedad consumista, sino por lo que son y pueden ser ante Dios. Dejar que la misericordia se comunique en nuestra mirada, es también, llorar de emoción con quien triunfa, y llorar de dolor con quien padece.
- ABRAZAR
- El abrazo vicenciano, refleja el calor de la fraternidad, y la fuerza del apoyo. La misericordia es el abrazo de Dios a una humanidad huérfana. En este tiempo de gracia, demos “abrazos gratis” a quiénes sientan la soledad dolorosa de una sociedad egoísta; a quienes luchan con heroísmo por crear justicia; a quienes han sido relegados como “inservibles” en la sociedad; a quienes simplemente necesiten experimentar el amor verdadero de Dios.
- CAMINAR
- El año de la Misericordia es todo un camino. Caminamos hacia la puerta que es Cristo, pero salimos por la puerta para anunciarlo. La misericordia nos ha de llevar a caminar hacia los límites, hacia las fronteras, allí, donde está la vida de los pobres. Caminar con los que sufren en hospitales, y cárceles, y con todos aquellos que viven encerrados en sus propias miserias, o a causa de la injusticia humana. Caminar con los que buscan una vida más digna, pero también, con los que han perdido toda esperanza; caminar como Iglesia, con todos aquellos que participan de nuestra misma vocación bautismal, y ministerial; carismática y de servicio.
El año de la Misericordia, es una buena oportunidad para que como vicencianos, reafirmemos nuestras convicciones, y renovemos nuestro servicio a los pobres, con gestos que contribuyan afectiva y efectivamente a comunicar el amor de Dios.
Autor: P. José Antonio González P. CM.
Tomado de http://cmglobal.org/
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