Para los Vicencianos, la Puerta se abre hacia afuera

por | Dic 8, 2015 | Reflexiones | 0 comentarios

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“¡Oye, amigo, la puerta se mueve en ambos sentidos!” (expresión inglesa que reclama respeto mutuo [n. del T.]) Dicha a menudo con enfado, esta  frase puede ser un impulso para nosotros, los Vicencianos. Hoy es el día en el que la «puerta santa» se abrió en el Año de la Misericordia. ¿Estamos listos? Es, también, la fiesta de la Inmaculada Concepción. ¿Contemplamos y comprendemos este misterio?

  «Algunos podrían sentirse inclinados a pensar que algo como la Inmaculada Concepción hizo las cosas mucho más fáciles para la Madre de Dios, y en este asunto, creo que quien piense así se equivoca. La Inmaculada Concepción no era una especie de accesorio decorativo, sino una realidad que podría ser esencial para la Madre de Dios, para cumplir su misión. Se expresaría en una capacidad de amar que supera de lejos la nuestra. Y esto no habría hecho las cosas fáciles. «

El P. Steve Gunow, de Word on Fire ministries escribió esto en una reflexión en la fiesta de la Inmaculada Concepción del año pasado. Esta reflexión me ha rondado desde hace un año, y no creo que vaya a desaparecer. Paso bastantes horas cada Adviento tratando de ser sincero conmigo mismo, sobre mi idoneidad e insuficiencia, sobre la oscuridad y la luz en mi interior, sobre el pecado y la gracia que experimento. De todas las virtudes misioneras de San Vicente (cf. Maloney, El Camino de San Vicente de Paúl) la humildad es la virtud más necesaria. Cuando nos acercamos a la persona pobre, a la persona marginada, esta situación expone, a menudo, facetas de nuestro carácter que preferimos no experimentar. ¿Alguna vez te has sentido así?

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«Humildad» © Chad Polpeter

Vicente enseñó: «Porque, crea en mi palabra, es una máxima infalible de Jesucristo, que a menudo les he proclamado en Su nombre, que, tan pronto como un corazón está vacío de sí mismo, Dios lo llena. Dios permanece y actúa en él, y es el deseo de la culpa que nos vacía de nosotros mismos; eso es la humildad, la humildad santa. Entonces no será que actuemos nosotros mismos, sino Dios que actúa en nosotros, y todo irá bien» (SVP XI, 281). Por lo tanto, no nos quedemos atascados en nuestra insuficiencia. Como nos enseñaron en una vocación Red Vocacional Católica recientemente, «Todos somos inadecuados». Entonces, ¿qué hacer? Al comenzar este Año de la Misericordia, recordemos que, para los Vicencianos, la puerta santa se abre hacia afuera. Elegí la imagen al comenzar este artículo como una imagen de estar en el interior mirando hacia afuera, como si estuviese a punto de moverme (gracias por la foto en Facebook, David Serrano, CM) Mientras caminamos hacia fuera la puerta, no podemos dejar de preguntarnos: «¿Cuál es la relación entre la justicia y la misericordia? No es simplemente una cuestión especulativa; va al corazón de muchas de nuestras actividades como seres humanos, tanto en nuestras relaciones personales como sociales. ¿Cómo puedo vivir con mis congéneres humanos en formas que sean a la vez justas y misericordiosas?» El libro The Beatitude of Mercy de Terry A. Veling es un buen tratado de esta cuestión (cita de la solapa del libro) Por lo tanto, vayamos:

  • A alimentar a los hambrientos: ¿estamos preocupados por la seguridad alimentaria en todo el mundo?
  • A dar de beber al sediento: ¿estamos trabajando en contra de la mercantilización de los recursos hídricos?
  • A vestir al desnudo: ¿seguimos enviando ropa usada a zonas donde están tratando de desarrollar sus propias industrias?
  • A albergar a los sin techo: ¿estamos asociándonos con iniciativas contra la falta de vivienda y de reasentamiento?
  • A visitar a los enfermos: ¿nos preocupa el hecho de garantizar la atención sanitaria, como un derecho para todos?
  • Al rescate del cautivo: ¿estamos hablando claro, frente a la retórica anti-inmigrante y anti-refugiado?
  • A enterrar a los fallecidos: ¿estamos preocupados por los problemas de la vida, las cuestiones bélicas, la violencia contra las mujeres? ¿trabajamos para que nadie muera de forma «no natural» o prematura?

¿Estamos amando con la fuerza de nuestros brazos, el sudor de nuestra frente y la agudeza de nuestra mente?

El P. Steve concluye:

«La Inmaculada Concepción no es algo fácil, es misterio y milagro, pero sin embargo es un regalo hermoso y extraordinario, un regalo a través del cual Dios, en Cristo, actuó para salvar a su madre, y a nosotros de nuestros pecados, de todos nuestros rechazos al amor.»

#IamVincent. Un pecador salvado por la gracia. Y tú también. Comencemos. Eso no quiere decir que vaya a ser fácil.

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