Del 13 de julio al 3 de septiembre de este año 2015, crucé el famoso charco para conocer nuestra misión provincial en Honduras.

Hablar de Honduras es hablar de mar, tierra y aire. Nuestra misión se sitúa a lo largo de la costa noroeste del Caribe, en las poblaciones entre Cuyamel y Puerto Cortés. Además recoge una tierra rica de manjares frutales y bellas vistas montañosas. Por lo que respecta al aire es húmedo y caldeado.

En sí la actividad es intensa y el trabajo gustoso porque aunque:

Visitar las aldeas cansa, el regalo está en sus estupendos paisajes, en los sonidos naturales y en los ricos cocos y el delicioso café que nos ofrecen esas buenas gentes.

Cuesta mantener las obras sociales, la sonrisa de los niños, los jóvenes y los ancianos que son atendidos en ellas no tiene precio pero ganan mucho.

Los cantos se recitan de manera «diferente» en cada aldea, el sentir con qué cariño le cantan al Señor alivia cualquier chaparrón posible.

Las escuelas del Estado tienen varios desperfectos, con «Campaña infantil» fuimos a cantar, bailar y gozar con Honestín.

La educación parece estar en declive, se apuesta por una buena formación académica y en valores en nuestro colegio Sagrado Corazón de Jesús.

Los noticieros muestran la porquería de la sociedad, la Iglesia Católica camina con alegría con la esperanza de una Honduras mejor.

El calor es sofocante y chorreante, la rica fruta caribeña le da sabor y color a todo.

El paro y la corrupción empañan el rostro de la nación, hay familias humildes que acogen en su seno a niños abandonados para evitar que mueran en manos ajenas.

Las carreteras están plagadas de baches, un viaje en «paila» se vuelve atracción para los foraneos y forasteros.

Por otro lado:

La tristeza se vuelve luz con una buena misa garífuna.

Todo problema se soluciona a la mesa con unas ricas baleadas, un buen arroz con frijoles y pollo, el fesquito de piña natural, los guineos, el pan de coco, el queque, el pan dulce, el juguito de tamarindo…

Los presos sufren calamidades pero respetan a aquellos que los visitan por puro amor.

La pobreza que se puede percibir no frena el disfrute sano de unas buenas fiestas patronales.

La realidad del país es complicada pero el ánimo de los jóvenes por salir adelante empuja a continuar la labor misionera que nos enseña que los más sencillos nos muestran la verdad del Evangelio.

José Luis Cañavate, CM. (teólogo), junto a German, de la etapa de acogida de los Misioneros Paúles en Honduras.

Ante todo esto la oración se hacía intensa y necesaria.

Agradecer la ayuda de los compañeros de la comunidad ante sus respuestas a mis múltiples y variadas preguntas, eso hizo más intenso el conocimiento de su trabajo y labor misionera y el gusto por aprender cada día un poco más y ofrecer aquello que yo soy para colaborar en tan magnífica obra.

Se podría decir que este verano he disfrutado dos meses de las maravillosas playas caribeñas, y no mentiría, sin embargo, aunque la experiencia ha sido gozosa, la realidad no es como la pintan en los folletos turísticos.

Seguramente volveremos pronto, pues bebimos mucha agua de coco.

Muchas cosas más quedan por contar pero no cabe todo lo vivido en unas letras. Si quieres saber más sobre Honduras, atrévete y ven.

Autor: José Luis Cañavate, CM. (teólogo)
Fuente: Boletín Provincial de los Misioneros Paúles en su provincia de Zaragoza.