En «El rostro humano del cambio climático«, Sor Caroljean Willie muestra la importante labor que la Federación de las Hermanas de la Caridad está haciendo.
Habla primero sobre la encíclica del Papa Francisco, Laudato Sí, que acentúa los retos y responsabilidades que tenemos a la hora de proteger la creación de Dios.
Sor Caroljean continúa así:
Aunque hay muchos pasajes dignos de reflexión y discusión, me concentraré en la conexión que el Papa establece entre el cambio climático y la pobreza. Una cita de la Conferencia Episcopal Boliviana que aparece en la encíclica resonó profundamente dentro de mí: «Tanto la experiencia común de la vida ordinaria como la investigación científica demuestran que los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobre». (48)
Recientemente he completado ocho años de servicio como el representante de las organizaciones no gubernamentales (ONG) en las Naciones Unidas para la Federación de Hermanas de la Caridad. Durante ese tiempo, uno de los principales temas en los que trabajé fue la conexión entre el cambio climático y la pobreza.
Eventos simultáneos se llevan a cabo por las ONGs durante las Comisiones de la ONU para demostrar las mejores prácticas y/o realidades sobre el terreno. En preparación para varios de estos y para la Conferencia anual sobre la Enseñanza sobre las Naciones Unidas (C-TAUN), consulté a nuestros miembros de la Federación sobre sus experiencias de cambio climático. Varias de sus respuestas pusieron una cara muy humana a la conexión entre el cambio climático y la pobreza.
Varias Hermanas de la Caridad de Nazaret de India hicieron un estudio durante 20 años sobre los efectos del cambio climático en el distrito Chatra del estado de Jharkhand, una de los más pobres de India. Señalaron que, hace 20 años, la temporada de frío comenzaba a finales del mes de octubre y se prolongaba hasta principios de marzo, con poca o ninguna fluctuación. Hoy en día la temporada de frío no es predecible. Llega mucho más tarde y tiene una duración más corta. Las precipitaciones también han cambiado significativamente. Los agricultores ya no pueden contar con la lluvia para sus riegos, y no tienen ningún otro recurso, por lo que las plantas se marchitan por el intenso calor. Los cultivos solían consistir en trigo y arroz, pero hoy en día los agricultores están buscando cultivos más resistentes al calor. La cría animal solía ser una fuente muy importante de ingresos para la comunidad, principalmente vacas y búfalos. Pero con los cambios debidos a la escasez de forraje y el agotamiento de los bosques y fuentes de agua, la gente tuvo que vender las vacas y los búfalos y criar ahora cabras y cerdos.
Hace veinte años, la mayoría de la población dependía de su trabajo en la agricultura y actividades relacionadas con ella. La migración de mano de obra no calificada no era habitual. La siembra y la cosecha eran asuntos de la comunidad; los vecinos se ayudaban mutuamente. Hoy, durante seis meses al año, la mayoría de los hombres dejan a la comunidad en busca de trabajo en las grandes ciudades. Las mujeres y los niños van a ciudades y pueblos cercanos en busca de trabajo cada día. La vida familiar se ve gravemente perturbada, y toda una forma de vida está desapareciendo.
Las Islas Cook
El blanqueamiento del coral también se está produciendo, a la par que el océano se vuelve menos alcalino y más ácido. Esto es extremadamente perjudicial para la vida marina, que es la atracción principal para los turistas y la principal fuente de ingresos para los habitantes de las Islas Cook. En palabras de Deyna Mash, de los Servicios Ambientales de la Isla Cook, «los cambios ya están ocurriendo. El nivel del mar está aumentando en todo el Pacífico. Si no se hace nada ahora perderemos nuestras islas, nuestras tradiciones y nuestra cultura. Los edificios e infraestructuras en la orilla se perderán o dañarán, y la seguridad alimentaria y la salud de las personas se verán afectadas… Hay que preocuparse por los pequeños. Tómese un tiempo en considerarnos. ¡Somos seres humanos también! También tenemos comunidades y estamos profundamente afectados por el cambio climático».
Santa Lucia
Las Hermanas de la Caridad de Cincinnati sirvieron durante varios años en la isla de Santa Lucía. Durante una entrevista, el difunto Donatus St. Aimee, ex-embajador ante la ONU de Santa Lucía, señaló que el cambio climático ya está afectando a la agricultura y la producción de alimentos, debido a la severa sequía. Según el embajador St. Aimee, «Aquellos que dependen de la agricultura como principal fuente de ingresos son los más gravemente afectados —dijo—, pero en una pequeña isla, las repercusiones afectan a todos los niveles de la sociedad».
No hay suficiente lluvia, lo que conduce a un mal rendimiento de los cultivos y alimentos menos nutritivos. Los ciclos de siembra no son predecibles, por lo que los niños a menudo se ausentan de la escuela para ayudar en los campos.
El aumento de la temperatura del agua de mar está causando la disminución de la cantidad de algas, y el pez migratorio que vive cerca de la superficie del agua ya no tienen una fuente de alimento. «Pescadores —dijo—, que solían salir cada día y traer un suministro abundante de pescado, ahora salen cada dos días y traen la mitad de la captura que antes». En una reciente visita a Santa Lucía, vi de primera mano los efectos de la sequía y la disminución de la disponibilidad de pescado.
En todo el mundo
La multi-premiada película de Sundance «Climate Refugees» documenta el rostro humano del cambio climático en 48 países. Muchos de estos países se encuentran entre los menos desarrollados y son los que han causado el menor daño ambiental. No tienen ni los recursos ni la infraestructura para adaptarse y/o mitigar los efectos del cambio climático, pero siguen perdiendo territorio y población debido a catástrofes climáticas, las impredecibles siembra, estaciones de crecimiento, sequías e inundaciones.
También señala el Papa que «es trágico el aumento de los migrantes huyendo de la miseria empeorada por la degradación ambiental» (25). Los gobiernos de Tuvalu y las Maldivas (pequeñas cadenas de islas en el Pacífico) buscan activamente otros países donde reubicar a sus gentes, ahora que sus tierras están desapareciendo. Este no es un futurible peor escenario: ya está sucediendo.
Si bien el Papa reconoce que «merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor para resolver las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los más pobres del mundo» (13), el mayor desafío de Francisco va dirigido hacia aquellos de nosotros que vivimos en países cuya búsqueda del crecimiento económico a cualquier costo sigue alimentando la degradación del medio ambiente, sin pensar en aquellos cuyas vidas son adversamente afectadas o en las generaciones futuras.
«Laudato Sí» es la llamada de atención que el mundo de hoy necesita. Francisco nos recuerda en todo el documento que, «todo está relacionado, y todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinación»(92); que, «todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades» (14).
[Caroljean Willie es una Hermana de la Caridad de Cincinnati, licenciada en Sociología, con una maestría en lectura y doctorado en Educación Multicultural. Tiene amplia experiencia de trabajo en diversas culturas en Estados Unidos, el Caribe y América Latina. Da frecuentes conferencias regionales y nacionales, y también ha dado presentaciones en África, Asia, el Caribe y América Latina.]
Tomado de FamVin EN.
Traducción: Javier F. Chento.
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