El domingo 9 de este mes de agosto, con la Eucaristía presidida por Mons. Ricardo Blázquez, concluía el Encuentro Europeo de Jóvenes que, al hilo del quinto Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, ha congregado en la ciudad de Ávila a casi 6000 jóvenes bajo el lema “En tiempos recios, amigos fuertes de Dios”. Durante tres días, un ejército de jóvenes, mayoritariamente de España, ha acampado frente a esta ciudad milenaria y se ha propuesto tomar al asalto sus murallas equipados únicamente con la escala de la oración.
Han sido tres días intensos en donde no podías sino reparar en los miles de jóvenes que, con su mochila roja a la espalda, iban de un lado para otro de la ciudad, enganchados con las tres propuestas de la organización: camino, vida y moradas. Entre esos miles de jóvenes, podías distinguir fácilmente a los 377 jóvenes de JMV, pues seguían llevando al cuello la pañoleta característica con el color de su Provincia canónica.
Habrá quien se entretendrá en los detalles de la organización y la logística, y lo hará incluso con cierto morbo (que si el catering podía ser mejor, que si en los alojamientos no había enchufes para recargar los móviles, que si había algunas indicaciones de lugares que no estaban claras, que si faltaban identificativos o el tema de los grupos era algo confuso…), habrá opiniones para todos los gustos en torno a un macro-encuentro como el EEJ, pero yo quisiera destacar algunos aspectos que me parecen de justicia y, que para mí, son los importantes:
— Los jóvenes han podido disfrutar de unos días en donde la propuesta era el encuentro personal con Cristo a través principalmente de la oración reposada. Una y otra vez, ha quedado claro que Jesús les ha mirado con cariño y les ha llamado a su lado para asociarlos a su misión desde sus ideales de jóvenes. Han podido experimentar en esa oración que el Señor les ama profundamente y que confía en ellos infinitamente. Las lágrimas de muchos jóvenes cuando el Padre Damián cantaba “nadie te ama como yo” me dejó claro que el mensaje les había llegado.
— Los jóvenes han podido experimentar la presencia sanadora de Cristo, la inmensa misericordia con que mira sus vidas, algunas veces tan sacudidas y tan rotas, y les dice: “No tengas miedo, yo estoy a tu lado, descansa en mí, confía en mí”. Han podido escuchar directamente el mensaje de labios del Señor cuando recibían la Eucaristía celebrada a diario, cuando oraban en silencio en los distintos lugares de retiro, cuando recibían el sacramento del perdón en los jardines frente a la iglesia de San Vicente… Han oído, y bien fuerte, que el Señor está con ellos y que con Él todo lo pueden.
— Los jóvenes han podido descubrir que no son un número más, que no son masa amorfa y sin vida, manipulable al capricho de los poderosos. Han podido descubrir que cada uno es una obra de arte, peregrino por los caminos de Dios, como Teresa, lleno de la Vida que sólo Dios sabe dar a manos llenas, como Teresa, y habitando en la mejor de las Moradas que el hombre puede desear, el corazón de Dios…, como Teresa. Nunca han sido alguien perdido entre la multitud, sino como dijo Monseñor Xavier Novell: “un amigo confidente, atento, lleno de curiosidad y conmovido por su confianza”, la confianza que Dios pone en esta revolución joven que ha tomado las murallas de la ciudad al asalto con la escala de la oración.
José Francisco Orozco, C. M.
Director Nacional de JMV-España
Fuente: misionerospaules.org
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