Por: Zeracristos Yosief, CM. Tomado de Nuntia, enero de 2015
¿Qué tipo de imagen tenemos de África y de los africanos? Si queremos ser sinceros, no es muy halagüeña. Socialmente, África es pobre, miserable, ignorante, en ella cohabitan varias enfermedades y desde el punto de vista espiritual, vive aún su “adolescencia”. Obviamente, estas imágenes olvidan un hecho muy importante: África es un gran continente (tres veces Europa), con muchos países, culturas y numerosos cristianos. Es un continente donde la vida monástica se inició con San Antonio, el egipcio, de hecho, africano.
La presencia de la Congregación de la Misión en África está creciendo continuamente. Personalmente me siento afortunado de haber visto nacer la COVIAM, veinte años atrás, en julio de 1994. La COVIAM la conformaban tan solo dos nativos africanos: el P. Timothy Njoku, nigeriano y A. Weldemariam Zerayohannes, eritreo. En estos dos decenios la situación ha cambiado diametralmente, los africanos no sólo son responsables de sus provincias y vice-provincias o regiones, sino que además, han comenzado, a hacer juntos un camino formativo y sobre todo, han emprendido las misiones de forma más articulada. ¿No es maravilloso y motivo de alegría todo esto? En el último decenio, bajo la guía del padre Gregorio Gay, dos vice- provincias se han convertido en provincias con pleno derecho: San Justino de Jacobis, en el 2006 y Nigeria, en el 2011. Con la ayuda de Dios, Camerún se prepara a ser vice- provincia próximamente y Kenia pasa de ser “una simple misión” a una “región”. Esperemos que Kenia, Tanzania y Ruanda-Burundi se conviertan también pronto en vice-provincias, porque, de hecho hay condiciones favorables. En conclusión, en los últimos dos decenios en nuestro continente está sucediendo un milagro, la CM está pasando de ser una pequeña y tierna planta, a ser un gran árbol que comienza a dar sus frutos maduros. Los dos primeros frutos misioneros son la misión de Chad y Túnez, dos misiones africanas de los africanos.
¿ ¡Quién habría pensado que los africanos fueran capaces de iniciar una misión internacional y llevarla adelante con convicción y tenacidad! Sin embargo, la misión de Chad como la de Túnez, son dos misiones que proyectan una imagen muy diversa de los misioneros africanos, esperamos que puedan trastocar esa imagen de los profetas de la suspicacia. Se trata de dos misiones muy diferentes entre ellas.
Chad es un país donde conviven diversas religiones: Islam, Cristianismo y Animismo, mientras que en Túnez predomina el Islam; de hecho, el 98% de la población es musulmana. En efecto, la Constitución del país deja espacio para la libertad de conciencia, por lo que, en principio, adoptar otra religión no sería un crimen, pero en realidad, eso se queda e letra muerta; así la cosas, el ejercicio del ministerio sacerdotal en Túnez es muy diferente a lo que sucede en Chad. De todos modos, sea en una o en otra misión, nuestros misioneros están haciendo grandes cosas; muestran allí su madurez humana y espiritual, encarnando en su ministerio, nuestro carisma vicenciano.
Durante mi última visita a estas dos misiones, en noviembre y diciembre de 2014, he podido constatar cómo aprecian su trabajo misionero; los dos obispos con quienes trabajan nuestros cohermanos, tanto en Chad como en Túnez, están muy contentos y satisfechos por su entrega mesonera. Por ejemplo, Mons Joachim Kouraleyo, obispo de Moundou, ha pedido otros misioneros para su diócesis, quiere confiarnos la dirección de su seminario, una parroquia en la ciudad de Moundou y el apostolado a través de la radio diocesana que no funciona desde hace algunos años. La parroquia que se nos ha confiado, es según él, una parroquia “modelo”, porque también los más alejados son bien atendidos, de hecho, además de la parroquia central de Bebalem, hay 38 capellanías que nuestros misioneros se esfuerzan por atender. Existe, además, una muy estrecha colaboración de las Hijas de la Caridad, presentes en Chad y Túnez.
Si la misión de Chad y de Túnez es una pequeña y tímida demostración de madurez humana, espiritual y pastoral de los vicencianos africanos, éstos, no deben olvidar, sin embargo, que es grande el peso de sus predecesores, quienes en el pasado, han caminado a través de los bosques y los desiertos de África. Las misiones en esos dos países son pequeñas realidades que están permitiendo ver que los africanos podemos hacer más y mejores cosas con una mezcla esencial: la gente estaba acostumbrada a ver misioneros de raza blanca, con todo lo que ello evoca en el recuerdo de los africanos. Este color está asociado al poder económico, un misionero blanco es quien te da un pedazo de pan, zapatos, vestidos, dinero y ocasionalmente, también un rosario o hasta una medallita.
Nuestros cohermanos del COVIAM, deberán comprometerse a presentar otra imagen de su ser misionero, presentarse con las manos vacías, dando un rostro nuevo a su ser de misioneros en África: ser testigos auténticos, predicadores de la Palabra, pobres con los pobres, siguiendo el ejemplo del misionero pobre por excelencia, Cristo Jesús que no tenía dónde recostar su cabeza. A veces es duro, pero no hay alternativa. Tarde que temprano aprenderemos, a pesar de la desilusión, que no se puede hacer mucho frente a la miseria presente ante nuestros ojos, que es más bello ser misionero de aquel Jesús pobre, que en el silencio ha compartido nuestro destino y se ha convertido en nuestra solidaridad.
Tenemos el ejemplo de San Justino de Jacobis: italiano de nacimiento, pero abisinio por vocación y elección, quien de misionero héroe, llegó a ser abisinio con los abisinios.
Esto es lo que deseo para nuestros hermanos misioneros en Chad y Túnez: que sigan los pasos de San Justino de Jacobis.
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