Iniciamos hoy como de costumbre, con el rezo de laudes y la celebración de la eucaristía presidida por el P. Orlando Escobar, Superior Provincial, en Colombia.
Inmediatamente después de la celebración pasamos al comedor al desayuno para luego dar inicio al trabajo de hoy.
El ponente de este día el P. Víctor Martínez, S.J. Su ponencia: “La vida comunitaria y su aporte al acompañamiento vocacional”.
El ponente advierte que su ponencia no la basará únicamente en lo que significa la vida comunitaria sino más bien en el aporte que ofrece la vida comunitaria al crecimiento vocacional. Advierte, además, sobre los cambios que se han ido dando al interior de las comunidades, de la salida de sus miembros y la problemática que se vive al interior de las mismas.
Presenta cuatro elementos que son fundamentales en las comunidades formativas y que son parte en el arte del acompañamiento: el ejercicio de la autoridad, la espiritualidad, el apostolado y la vida formativa.
Una de las realidades que presentan los jóvenes de hoy es la falta “formación de la conciencia moral”. Muchas de las situaciones que plantean y que conllevan una connotación de pecado ellos la miran sin que interpele su conciencia moral. Aquí se presenta uno de los mayores retos en el acompañamiento espiritual.
En la perspectiva del acompañamiento, la propuesta es dar una mirada en orden a criterios desde una estructura formativa dinámica, abierta y creativa. Todo esto con unas condiciones de posibilidad, con unos mínimos de libertad personal, verdad y autenticidad de cara a la vocación.
Tenemos entonces: en primer lugar, la centralidad en el seguimiento de Jesucristo (discípulos misioneros desde el carisma vocacional). En segundo lugar, la disposición de transparentar nuestro barro (toma de conciencia de nuestro pecado y finitud). Y en tercer lugar, el deseo de servicio. Dar la vida, entregarla a favor del Reino (dinámica exodal, centrípeta, oblativa).
Teniendo en cuenta lo anterior, el ponente propone cinco CRITERIOS QUE SE VAN TRANSMITIENDO DESDE EL TESTIMONO:
- El proceso personal desde el ritmo de Dios: el ritmo de los corazones, el ritmo de las personas; no se sobrepone al ritmo de la naturaleza; no podemos atropellar los procesos vitales; hemos de tener en cuenta las diferentes individualidades, su originalidad, creatividad, autonomía y singularidad.
- La libertad y la responsabilidad: elegir y seleccionar lo que mejor le ayude a realizar su opción fundamental, su opción de consagrado; educar en el uso de la libertad; inspirar confianza.
- La actividad creativa: actualización del carisma; lejos de repetir, copiar e imitar; un joven religioso activo, se trata de imaginación, curiosidad, inconformismo, cambio, variedad, nuevas formas, camino de búsqueda. No tener miedo a lo nuevo.
- La socialización consagrada: consagrados íntegros, activamente participativos en la comunidad y en la sociedad. Pertenecer y participar de la vida de comunidad. Compromiso en amistades generosas y gratuitas.
- La normalización religiosa: hábitos propios de nuestra consagración como religiosos. Disciplina religiosa; forjar nuestro modo de proceder; la búsqueda constante en la coherencia vital entre nuestro ser y nuestro actuar; crear y fomentar espacios hacia lo lúdico, estético e imaginativo.
El ponente concluye su intervención dejándonos la reflexión de lo que llamó “la actitud de la jirafa”: mirada alta, corazón grande, pies en la tierra.
Luego del receso para la merienda nos reunimos por grupos para analizar y/o reflexionar, desde una perspectiva vicentina, los cinco criterios expuestos por el ponente.
Llegado el medio día nos dimos cita en el comedor para el almuerzo, y luego pasamos a las actividades recreativas, y un poco después, en horas de la tarde, socializamos las conclusiones expresadas en cada grupo, con lo que dimos por terminado el trabajo de hoy.
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