Canto:
Muéveme, mi Dios, hacia Ti.
Que no me muevan
los hilos de este mundo, ¡No!
Muéveme, atráeme hacia Ti,
desde lo profundo.
Desde la Palabra:
Jn 15, 9-17
“Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros.”
Canto:
Muéveme, mi Dios, hacia Ti.
Que no me muevan
los hilos de este mundo, ¡No!
Muéveme, atráeme hacia Ti,
desde lo profundo.
Oración personal
“Es importante reavivar en nosotros este hecho, que a menudo damos por descontado entre tantos compromisos cotidianos: «No sois vosotros los que me habéis elegido a mí, sino que soy yo el que os he elegido a vosotros», dice Jesús (Jn 15,16). Es un caminar de nuevo hasta la fuente de nuestra llamada. Al comienzo de nuestro camino vocacional hay una elección divina. Hemos sido llamados por Dios y llamados para permanecer con Jesús (cf. Mc 3,14), unidos a él de una manera tan profunda como para poder decir con san Pablo: «Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí» (Ga 2,20). En realidad, este vivir en Cristo marca todo lo que somos y lo que hacemos. Y esta «vida en Cristo» es precisamente lo que garantiza nuestra eficacia apostólica y la fecundidad de nuestro servicio: «Soy yo el que os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y ese fruto sea duradero» (Jn 15,16). No es la creatividad pastoral, no son los encuentros o las planificaciones lo que aseguran los frutos, sino el ser fieles a Jesús, que nos dice con insistencia: «Permaneced en mí, como yo permanezco en vosotros» (Jn 15,4).Y sabemos muy bien lo que eso significa: contemplarlo, adorarlo y abrazarlo, especialmente a través de nuestra fidelidad a la vida de oración, en nuestro encuentro cotidiano con él en la Eucaristía y en las personas más necesitadas. El «permanecer» con Cristo no es aislarse, sino un permanecer para ir al encuentro de los otros…… Queridos hermanos y hermanas, estamos llamados por Dios, llamados a anunciar el Evangelio y a promover con valentía la cultura del encuentro.
Que la Virgen María sea nuestro modelo.”
Homilía del Santo Padre Francisco en la Catedral de Río de Janeiro-Agosto’13
Canto:
Hágase en mí,
cuanto quieras, como quieras,
donde quieras
aquí estoy para vivir tu Palabra
Reflexión personal:
“Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos”: ¿Cómo es nuestro amor?
“… yo os he elegido a vosotros”:¿Nos sentimos elegidos por Dios? ¿Sentimos su Amor profundo en nuestra vida? ¿Reflejamos ese amor con nuestra vida? “…os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca”: ¿Me siento enviado por Cristo a servirle, anunciarle y hacerle presente en los más pobres? ¿Es mi vida testimonio de entrega sin reserva alguna?
Canto: MAGNIFICAT
Tomado de: página web de la Congregación de la Misión, provincia de Madrid
0 comentarios