La Navidad en la vida de la Iglesia
En este tiempo hermoso de la Navidad, la Liturgia nos lleva a recordar el acontecimiento más grande de la creación: el nacimiento del Hijo del Hombre por quien fueron creadas todas las cosas, las del cielo y las de la tierra.
Adviento es tiempo de espera y esperanza. La vida litúrgica de la Iglesia este mes de diciembre-Adviento aparece con signos distintivos: Las ropas litúrgicas son moradas, signo de austeridad. Celebramos días de reflexión y de Sacramento de la Reconciliación. Ponemos el Belén como representación de lo que creemos y esperamos. Y al igual que prepara la familia que espera un hijo, los pañales y la cuna del niño, también los cristianos, en este tiempo de espera, recordamos más y mejor a los pobres y hacemos campañas para que no les falte el pan de la Navidad.
La Navidad en la Iglesia misionera
En la Navidad el misionero se pregunta: ¿Cómo podré dar a conocer este misterio grande, tan divino y humano? ¿Qué signos tendrán que ver en mí para que les convenza de que lo que les enseñamos es vida y lo que vivimos es misterio de amor? Y desde esta expresa invitación, “Id… y dad a conocer mi Evangelio”nos preocupa dar a conocer este gran misterio desde tres de sus principales aspectos:
1. La preparación interior de la Comunidad creyente
Invitamos a todos, en pequeños grupos, a interiorizar el acontecimiento mediante un retiro y a que se participe activamente en la celebración del perdón.
2. Valoración de la vida como don de Dios
El nacimiento de un hijo siempre es misterio y siempre provoca alegría y cambio. Al niño se le hace un huequecito en la casa, se le acoge, y se le da, desde el primer momento, derecho sobre todo lo que existe en la casa. El Niño Dios ¿tendrà menor acogida y menos derechos?
3. Comprensión de los símbolos
Para que reciban el mensaje adecuadamente creemos imprescindible acercarse al mundo de los símbolos. “Que en cada familia se haga el pequeño Belén”, que el Niño Dios bendiga su casa y llene de alegría los espacios.
Es el tiempo de tocar al “Niño Dios”. En la cultura de países de misión, nuestra buena gente necesita tocar “al Niño”.Si tocamos los pies del crucificado como símbolo de cercanía y unión en el dolor ¿cómo no voy a tocar al Niño, símbolo de ternura, cercanía, liberación y salvación?
No puede haber Navidad sin cercanía a los pobres. Lo aprendimos en la tradición: “sienta un pobre a tu mesa”. Lo hemos vivido en las campañas navideñas en favor de los pobres, hemos escrito a los misioneros desde nuestros Colegios… y esa tradición nos hizo descubrir que lo que estábamos celebrando no era solo un tiempo favorable para las compras y fiestas, sino un acontecimiento de salvación. Es verdad, ¡nos nace el Salvador!
Año de publicación original: 2009.
Fuente: Caminos de Misión. •
0 comentarios