Sor Françoise Petit, HC, Superiora General de las Hijas de la Caridad, tiene esperanza en el futuro de la Familia Vicenciana, especialmente al comprobar que los jóvenes se plantean preguntas y quieren servir.
Con ella, continuamos una serie de entrevistas en vídeo titulada «El corazón de un líder», que nos acompañará hasta el encuentro de noviembre de 2024.
Regístrese al encuentro de Noviembre en Roma en https://famvin.org/es/famvin-2024
Transcripción:
Sor Françoise, ¿podría presentarse?
Sí, soy la Hermana Françoise Petit, Hija de la Caridad, y soy responsable de toda la Compañia, es decir, en todo el mundo. Somos unas 12.000 hermanas y estamos presentes en 97 países de los cinco continentes.
¿Porque es tan importante que todos los miembros de la Familia Vicenciana caminen juntos?
Sí, realmente lo es, forma parte de nuestra identidad, servir juntos, rezar juntos también, y así ha sido desde San Vicente. San Vicente fundó las Damas de la Caridad y poco después se fundaron las Hijas de la Caridad, y desde el principio trabajamos juntas. A lo largo de los años, a lo largo de los siglos, esta colaboración ha ido creciendo y es muy importante para el servicio, para la eficacia, pero más allá del servicio, para dar sentido a este servicio. Porque eso es realmente lo que nos une, es Cristo, y el texto del Evangelio de Mateo 25, es lo que nos une a todos.
Así que la colaboración, por supuesto, tiene que ver con el servicio, pero en un espíritu, en el espíritu del Evangelio, y eso es muy importante.Así, en algunos lugares la colaboración es más con la Asociación Internacional de Caridades (AIC), en otros con la Sociedad de San Vicente de Paúl (SSVP). Juventud Mariana Vicenciana (JMV) es otro ejemplo de colaboración, están presentes allí donde hay hijas de la caridad. Son muchas las iniciativas que se toman conjuntamente. Y eso da dinamismo, da impulso para el hoy pero también para el mañana.
Por último, de cara al futuro, sus esperanzas y también los retos para la Familia Vicenciana
Hay mucha esperanza e incluso expectación. Sentimos que todo el mundo comprende ahora que es imposible trabajar aislados. Creo que está bien arraigado en la mente de la gente. Eso es una fuente de esperanza, por supuesto. Esperanza también en ver a gente más joven, aunque no sean muy numerosos pero todavía hay muchos jóvenes, a pesar de todo que se hacen preguntas, que quieren servir y que encuentran en un movimiento, en una familia, lo que buscan, que es también la fraternidad. La fraternidad en la familia es una realidad y la fraternidad en el mundo, en la sociedad, es un reto. Y nosotros podemos ofrecerles la oportunidad de experimentar esa fraternidad, que ellos también tienen que construir. Porque, por supuesto, la fraternidad nunca puede darse por sentada, hay que construirla. Y esa es una gran llamada, un desafío misionero para los jóvenes de hoy. Es un reto y también una esperanza.
Gracias.
0 comentarios