Ambiciones egoístas y desenfrenadas

por | Sep 19, 2024 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Cristo en la cruz es el último de todos y el servidor de todos.  Los deja avergonzados a los con ambiciones de ser los primeros y los más grandes. 

Al igual que nosotros, los discípulos de Jesús tienen, cierto, sus ambiciones.  Después de todo, ellos tienen derecho también a mejorarse.

Mas tienen ambiciones que no se atreven a decir al Maestro, si bien las ponen de manifiesto entre sí.  Es que les da vergüenza admitir que tales ambiciones son de ellos.  Y con razón, dado que acaba él de predecir una vez más su pasión, muerte y resurrección.

Queda claro, por lo tanto, que ellos no le entienden.  Ni lo comprenden eso de que los malos lo condenarán a muerte vergonzosa.  Las ambiciones egoístas de los discípulos delatan su poca comprensión.  Les es preciso, por lo tanto, no dejar de caminar con él y de andar al ritmo de él.

Las ambiciones de los que buscan seguir a Jesús.

Y caminar todo el camino con Jesús quiere decir tener las ambiciones que tienen que ver con esto:  tener vida interior; concebir grandes y santos ideales por el servicio de Dios (SV.ES XI:398).  Dice esto, en parte, que más nos vale ser limpios en nuestro interior que ser limpios en nuestro exterior.

Por lo tanto, han de ser libres nuestros corazones de las envidias y ambiciones que llevan a las riñas, peleas, guerras.  De nuestros corazones ya no han de salir malas intenciones y otras maldades que nos manchan.

Seguirle a Jesús quiere decir también saber qué se ha de hacer aquí y ahora.  Pues no hay duda de que él da su luz a los sinceros que le dicen:  «¿Qué harías si estuvieras en mi lugar?» (SV.ES XI:240).  Les da él la ayuda a los que, cual niños débiles y desvalidos, se la piden.

Y al dar ayuda él a los que se la piden, estos llegan a tender experiencia de su compasión contagiosa.  Es por eso que van en ayuda también de los más débiles y pobres.  Y, por supuesto, logran los compasivos saber que la codicia es una locura.  Y como se toman por los últimos de todos y los siervos de todos, están dispuestos a entregar sus cuerpos y derramar su sangre.

Señor Jesús, haz que todas nuestras ambiciones den a conocer que buscamos gloriarnos no más en tu cruz.  Y así como nos consuelas en nuestras tribulaciones, que así también consolemos a los demás en sus tribulaciones.

22 Septiembre 2024
25º Domingo de T.O. (B)
Sab 2, 12. 17-20; Stg 3, 16 – 4, 3; Mc 9, 30-37

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