«[LA SOLIDARIDAD] ES LA DETERMINACIÓN FIRME Y PERSEVERANTE DE EMPEÑARSE POR EL BIEN COMÚN; ES DECIR, POR EL BIEN DE TODOS Y CADA UNO, PARA QUE TODOS SEAMOS REALMENTE RESPONSABLES DE TODOS».
– PAPA SAN JUAN PABLO II
Los orígenes franceses del Beato Federico Ozanam y de la primera Conferencia están profundamente entretejidos en el entramado de la Sociedad de San Vicente de Paúl (SSVP). La SSVP nació en una época en la que Francia se enfrentaba a los legados de su gran Revolución. La población se enfrentaba a los continuos cambios políticos, sociales y económicos de la primera mitad del siglo XIX. La SSVP reaccionó ante muchos de los excesos y resultados duraderos de estas transformaciones que se tradujeron en pobreza y desigualdad económica generalizadas. Al mismo tiempo, está impregnada de hilos del espíritu revolucionario, tomados de aquellas famosas tres palabras de gran y duradera esperanza: libertad, igualdad, fraternidad. Un ejemplo de este entrelazamiento de valores se encuentra en la Regla, donde se espera que las reuniones se celebren «…con espíritu de fraternidad, sencillez y alegría cristiana».
Parte de la formación espiritual de Federico Ozanam procedía de los franciscanos, siendo él mismo autor de una serie de artículos que con el tiempo se recogieron en un libro titulado «Poetas franciscanos en Italia en el siglo XIII». Hoy en día, algunos franciscanos lo consideran uno de los grandes de su tradición. No es de extrañar que en los escritos del Papa Francisco, inspirados en la tradición de su tocayo, san Francisco de Asís, resuene este mismo espíritu de alegría, amor y sencillez familiar, expresado recientemente en la encíclica Fratelli Tutti.
El espíritu de Fratelli Tutti es el de la fraternidad y la amistad social. Trasciende los confines del lenguaje de género que se utiliza para expresar este don universal: la definición de nuestras relaciones mutuas a través del respeto profundo y mutuo, la alegría, la apertura y el amor. En otras palabras, es un espíritu de solidaridad. Este espíritu impregna todas nuestras conexiones, ya sea al ir al encuentro de un prójimo en un momento de necesidad, o en las relaciones de por vida con amigos y familiares. La solidaridad se expresa a través del compromiso de trabajar por el bien común, promover la justicia social y defender los derechos de las personas marginadas. Implica el reconocimiento de nuestra humanidad compartida y la voluntad de actuar de forma que se promueva el bienestar de todas las personas. Esto significa trabajar juntos para abordar las causas profundas de los problemas sociales, como la pobreza, la desigualdad y la discriminación, y abogar por políticas que promuevan la dignidad de todas las personas.
Dos siglos antes del nacimiento de la SSVP, san Vicente de Paúl planteó esta pregunta: «¿De qué serviría llevar sopa o medicinas a los pobres si el motivo de tales acciones no fuera el amor?». Va al corazón de la llamada de la solidaridad: ver de verdad a las personas que apoyamos en nuestros servicios y encontrarnos con ellas con un sentido familiar de conocimiento y amor. Que vivamos en la verdad de que la justicia y la caridad sólo pueden ser auténticas si cultivamos en la práctica la solidaridad con verdadera compasión por las personas que viven en la pobreza. La libertad se encuentra en la libertad del amor de Dios. La igualdad se encuentra en la liberación de la justicia de Dios. La fraternidad se encuentra en el abrazo de unos a otros en relaciones significativas.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
- ¿Qué valores caracterizan tus relaciones?
- ¿Qué significa para ti el espíritu de solidaridad?
De: Firewood for the soul, vol. 2, A Reflexion Book for the Whole Vincentian Family
Sociedad San Vicente de Paúl, Queensland, Australia.
Texto de: Samantha Hill y James Hodge.
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