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El testimonio de Elspeth Robinson de la Fundación Comunitaria Kumi, Uganda
En el 2002, tras haber sido despedida después de un plan de reducción de empleados del Hospital St John of God de Scorton, en Yorkshire del Norte, me embarqué en un viaje que me cambió la vida: el Hospital Kumi, en el este de Uganda. Esta visita marcó el comienzo de lo que se convertiría en la Fundación Comunitaria Kumi (KCF por sus siglas en inglés), una organización dedicada a aliviar el sufrimiento de los más vulnerables de Uganda. Enfrentada a la realidad de la pobreza, me sentí impulsada a crear una fundación que ayudara a los discapacitados y a los desnutridos en algunas de las regiones más remotas del país.
Con el paso de los años, KCF se ha convertido en un salvavidas para muchas personas. Nuestro trabajo se centra en la evaluación integral de las necesidades de cada familia, asegurándonos de que atendemos no sólo sus necesidades físicas sino también sus necesidades espirituales. El equipo identifica y apoya a las personas necesitadas brindándoles atención médica y equipos esenciales, y garantizando que los niños y las personas discapacitadas reciban los tratamientos y dispositivos de asistencia necesarios sin una carga financiera. Nuestros esfuerzos también se extienden a aliviar la pobreza, abordar la enfermedad y la angustia y promover la educación, en particular para los niños y adultos desfavorecidos y discapacitados en la región de Teso en Uganda.
Uno de nuestros primeros proyectos fue la construcción de una casa para Stephen, el padre de Rose y Mary, dos hijas con discapacidades físicas y mentales. Financiamos los materiales de construcción para su casa que, incluso después de veinte años, sigue en buenas condiciones. El hijo de Stephen, Sam, a quien KCF apoyó durante la escuela secundaria y la universidad, ahora es oficial dental en el Hospital de Kumi.
Nuestras iniciativas de vivienda han seguido expandiéndose, especialmente a través de nuestra participación en la Campaña 13 Casas. Esta Campaña ha profundizado mi comprensión del sinhogarismo en todo el mundo y ha fortalecido mi compromiso de abordar este problema crítico. Desde que presentamos nuestro primer proyecto para Peter y su familia en el 2020 a esta iniciativa vicentina internacional, KCF ha construido alrededor de diez casas y reparado muchas más. Cada casa es un testimonio de la generosidad de nuestros seguidores y del profundo impacto de nuestra misión.
Tomemos como ejemplo la historia de Moses, un huérfano parapléjico que vive con su abuela. Con el apoyo de KCF, ahora residen en una modesta casa de dos habitaciones con terraza, donde Moses repara bicicletas. Este trabajo le permite ganarse la vida y mantener a su familia.
Luego está Christine, la madre de Grace, que es ciega desde su nacimiento. Christine fue abandonada por la familia de su marido después de ser violada y dar a luz a Grace. Su destartalada choza de paja no tenía arreglo, por lo que KCF intervino para construir una nueva casa. Grace, que ahora se destaca en los deportes en la Escuela Magale para Ciegos, ganó recientemente una medalla de oro en un evento nacional.
Nuestros esfuerzos son constantes y van más allá de simplemente proporcionar viviendas; nuestro objetivo es abordar las causas fundamentales de la pobreza. Como socios del Hospital Kumi, apoyamos una variedad de servicios esenciales, que incluyen rehabilitación de discapacitados, nutrición, cirugía, odontología y provisión de dispositivos de asistencia para la movilidad. Nuestro apoyo ayuda a garantizar que incluso los más marginados tengan acceso a atención médica esencial.
Al reflexionar sobre nuestra trayectoria, me siento segura de que nuestros esfuerzos no han sido en vano. La Campaña 13 Casas no sólo ha ampliado nuestro impacto, sino que también ha fortalecido mi sentido de pertenencia a una comunidad global dedicada a la compasión y el servicio. A pesar de ser una organización pequeña, el impacto de KCF es profundo. Cada familia a la que apoyamos representa un paso hacia la ruptura del ciclo de la pobreza.
Mi educación en un ambiente vicentino me ha conectado profundamente con el carisma de San Vicente y Santa Luisa. Las reflexiones que he adquirido a través de la Campaña 13 Casas sobre las duras realidades que enfrentan tantas personas en todo el mundo no hacen más que profundizar mi compromiso de seguir caminando tras sus pasos. Nuestra fe nos une en la oración y fortalece nuestros esfuerzos colectivos.
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