En esta fiesta de la ASUNCIÓN DE MARÍA A LOS CIELOS deseamos compartir la experiencia de algunos peregrinos en el Camino de Santiago al entrar en contacto con Dios por medio de la MEDALLA MILAGROSA, al recibirla de las Hijas de la Caridad que se la ofrecen en su caminar.
Es increíble cómo MARÍA en 1830 se comunicó con Catalina Labouré en 140 Rue du Bac en París, dando comienzo así a lo que Pío XII llamó “La Era de María”. Dieciséis años más tarde, fue su aparición en La Salette (1846), a continuación la promulgación del dogma de la Inmaculada Concepción por Pío IX (1854) y la confirmación de este dogma solo 4 años después en Lourdes (1858).
Hoy, en 2024, continúa acercándose a nosotros. Desde esta pequeña ermita somos testigos de cómo impacta su corazón de Madre en el corazón de sus hijos peregrinos.
Este e-mail, recibido de un matrimonio de peregrinos de California, es uno de los testimonios más recientes. Ante él no podemos más que exclamar, como un día lo hiciera Ratisbona en su experiencia con MARÍA, “En un instante, lo comprendí todo”.
Correo del 4 de agosto de 2024:
«Hace dos días, por un acto de la providencia, mi esposo y yo nos encontramos con la hermana Ana entrando en Rabé de las Calzadas [Burgos, España]. Ella había salido a caminar para rezar su rosario y nosotros estábamos haciendo el Camino.
Empezamos a hablar y ella mencionó que deberíamos detenernos en la capilla donde sus otras hermanas estaban atendiendo a los peregrinos.
Este es mi tercer Camino Francés, así que le dije a la hermana Ana que la capilla y las Hermanas son uno de mis recuerdos más preciados del Camino y le mostré la Medalla que me dieron en mi primer Camino Francés. Le dije que la había usado en cuatro Caminos diferentes y que la valoraba como un tesoro.
También le dije que fui voluntaria en la Oficina del Peregrino en Santiago el otoño pasado. Cuando estaba tramitando la credencial de cada peregrino, les preguntaba cuál era su mejor recuerdo del Camino. Peregrino tras peregrino hablaban de las dulces monjas que oraban por ellos y luego les ponían una medalla alrededor del cuello. La mayoría tenía lágrimas en los ojos. Un grandote peregrino, un vaquero de Texas, rompió a sollozar al contar cómo las Hermanas le habían tocado el corazón.
Sepan que su amor y su apoyo a los peregrinos es famoso en todo el mundo. Desde vuestra pequeña capilla estáis compartiendo el amor de Dios con el mundo entero«.
Con amor y respeto,
Kathy Ellis
San Francisco, California
Es una gran alegría sentir que MARÍA sigue caminando con nosotros, que ELLA se hace presente en todo lugar y tiempo para llevarnos a su Hijo, Jesucristo.
Equipo de Hermanas en el CAMINO.
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