Jesús es el vástago justo de David y su nombre es «El-Señor-nuestra-justicia». Cual Rey y Mesías, pues, no puede sino atender con justicia y compasión a todo el pueblo. Por él los unos y los otros nos podemos acercar a Dios en un solo Espíritu.
Para atender a sus enviados que vuelven de su misión de predicar y sanar, Jesús les dice: «Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco». Por lo visto, no deja él de notar su cansancio.
Y así es y actúa él. Es decir, acierta él primero en lo que necesitan los demás. Pues los quiere atender de modo debido. Su atender a los demás coincide con el necesitar de ellos. Él no es de los que dan respuestas prontas sin saber las preguntas.
Mas no le basta con darles la oportunidad de descansar. Nota él también el entusiasmo de los que le cuentan lo que han hecho y enseñado. No los puede sino atender, pues, al respecto; los quiere escuchar con calma. Una razón más tienen él y ellos, pues, para apartarse de tantas personas que van y vienen. Esas personas no los dejan comer.
Así que Jesús y los doce se van solos en una barca a un lugar tranquilo y apartado. Pero al bajar de la barca, ve él una multitud que bien pronto ha llegado allí antes que ellos. Se compadece él de los que forman parte de esa multitud, pues son como ovejas sin pastor. No, no los deja de atender; se pone a enseñarles muchas cosas.
El atender de Jesús tierno y solícito
Él está siempre dispuesto, sí, a atender a los unos y a los otros que acudimos a él. Nos mira con amor y compasión, y capta la pena, la tristeza, el desconcierto o el abandono que sufrimos. Es por eso que sabe remediar nuestras necesidades de modo debido e inventivo.
Nosotros, en cambio, nos cuesta romper esquemas. En momentos duros, la solución que nos viene a la mente es no más la vieja que nos esclaviza: lo que se come y se bebe en Egipto. Se nos escapa la solución inventiva de Jesús, la que nos liberta: su presencia amorosa (SV.ES XI:65), la llegada, en su persona, del reino de Dios. Y esta es la solución que necesitamos, sí, para que, al fin, nos podamos acercar todos a Dios en un solo Espíritu.
Señor Jesús, haz que demos a conocer tu amor y tu compasión, y logremos atender de forma debida e inventiva a los pobres.
21 Julio 2024
16º Domingo de T.O. (B)
Jer 23, 1-6; Ef 2, 13-18; Mc 6, 30-34
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