El privilegio de servir a los pobres • Una reflexión semanal con Ozanam

por | Jun 1, 2024 | Federico Ozanam, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Los que tienen el honor de ser los distribuidores de los socorros públicos […] van, por ejemplo, al distrito 12, uno de los lugares de guerra de la insurrección, y entre los cerca de noventa mil habitantes, se encuentran con ocho mil hogares inscritos en la oficina de beneficencia, veintiún mil novecientas noventa y dos personas socorridas de forma extraordinaria, en total unas setenta mil personas que viven del precario pan que da la limosna. La mitad de estos barrios, toda la Montaña de Sainte-Geneviève y todo el vecindario de Gobelins, se componen de calles estrechas, tortuosas, en las que el sol no entra nunca, en las que un coche no se adentraría sin peligro, en las que un hombre de frac no pasa sin ser un acontecimiento y sin atraer hacia las puertas grupos de niños desnudos y de mujeres harapientas.

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Federico Ozanam, «Aux gens de bien» [A las gentes de bien], en L’Ère Nouvelle, nº 151, del 15 de septiembre de 1848.

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Reflexión:

  1. 1848 fue un año especialmente convulso para Francia. En febrero, una insurrección popular obligó al rey Luis Felipe I de Francia a abdicar, dando paso a la Segunda República Francesa, que apenas duraría cuatro años. De febrero a abril, un gobierno provisional se hizo cargo de la gestión. El 23 de abril se celebraron las primeras elecciones a la Asamblea nacional —las primeras con sufragio universal masculino: el voto femenino no se hará realidad hasta mediados del siglo XX—. Resultado de estas elecciones, un gobierno de tinte conservador se hace con el poder, cuyas primeras medidas impopulares provocan manifestaciones de protesta durante las llamadas «Jornadas de junio» (23 al 26 de junio de 1848). Los obreros toman las calles de Partís y levantan barricadas, y son duramente reprimidos por los militares. A partir de entonces el gobierno se vuelve, si cabe, aún más autoritario y conservador.
  2. La pobreza y la precariedad son palpables en París. El pensador y economista Victor Considérant (1808-1893) dijo que el París de entonces era «un inmenso taller de putrefacción, donde la pobreza, la peste y las enfermedades trabajan juntas, donde apenas penetran ni el aire ni el sol. París es un mal lugar donde las plantas se marchitan y perecen, donde de siete niños pequeños mueren seis en el año» (Victor Considérant, Destinée sociale, París: Libraires du Palais-Royal, Bureau de La Phalange, 1834, tomo I, p. 462). Aunque puede haber cierta exageración en los datos que presenta, no cabe duda de que la situación distaba mucho de ser la ideal.
  3. Este es el contexto en el que se encuadra el artículo que vamos a meditar durante las próximas semanas, escrito por Ozanam y publicado en el periódico l’Ere Nouvelle, el 15 de septiembre de 1848, titulado «A las gentes de bien», un alegato a la población en favor de los más necesitados de Francia y, en concreto, de París. El esquema del artículo es sencillo: después de mostrar al lector la cruda realidad de los pobres y de la clase trabajadora, pedirá que cada clase social, cada estamento, ofrezca sus mejores esfuerzos para aliviar sus necesidades.
  4. La primera parte del artículo muestra la realidad que Federico conoce. Sus muchas visitas a los pobres en sus hogares le permiten hablar con la autoridad de su propia experiencia, poniendo muchos ejemplos de lo que ha visto.
  5. La primera frase ya nos indica cuál es el sentimiento dominante en el autor: «Los que tienen el honor de ser los distribuidores de los socorros públicos». Federico considera un honor, un privilegio el servir a los necesitados. Desde su fe, fundamentada en la «eminente dignidad del pobre» (ver Pío XII, discurso del 30 de marzo de 1941), que es rostro sufriente de Cristo, se presenta ante los necesitados como servidor, y les asiste como si lo hiciese con el mismo Jesucristo. Nuevamente aquel texto de Mateo 25 cobra una preponderancia fundamental: «Tuve hambre… tuve sed… estaba desnudo…» La respuesta que damos a estas preguntas, sin duda, miden nuestro grado de compromiso cristiano, desde el carisma que heredamos de san Vicente de Paúl.

Cuestiones para el diálogo:

  1. ¿Vivo como un privilegio el poder servir a los pobres?
  2. Comentamos esta frase del papa Francisco: «De nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad» (Evangelii gaudium, nº 186). ¿Qué consecuencias tiene para nuestra vida esta afirmación?
  3. ¿Conocemos los barrios más degradados de nuestra ciudad? ¿Los visitamos? ¿Somos conscientes de la situación de los pobres en ellos? ¿Qué hacemos para aliviarla? ¿Podríamos hacer más?

Javier F. Chento
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