Soy una Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl que actualmente está en misión a lo largo de una carretera rural en Carolina del Sur, Estados Unidos. Formamos el equipo un sacerdote vicenciano y tres Hijas, cuyo objetivo principal es el desarrollo de un Ministerio Diocesano para los Trabajadores Agrícolas bajo la dirección de sor Migdalia Flores.
La parroquia de San Guillermo fue fundada hace cien años por una extensa familia de granjeros que se convirtieron al catolicismo. La pequeña iglesia, la rectoría, el salón parroquial y el convento han sido sostenidos por las familias locales. Durante la mayor parte de la historia, hubo sacerdotes visitantes que acudían para la liturgia y los sacramentos.
Hace unos 20 años llegaron emigrantes de México, seguidos de emigrantes de Guatemala, para trabajar principalmente en plantas de procesamiento de pollos, construcción, jardinería, mantenimiento y granjas de hortalizas y flores. Sus hijos nacidos aquí son ciudadanos y asisten a escuelas públicas donde adquieren fluidez en inglés.
Las familias migrantes participan activamente en todos los aspectos de la vida de la parroquia, desde los ministerios litúrgicos hasta la construcción, pasando por los comités de planificación, la celebración de oraciones en sus casas por Nuestra Señora de Guadalupe y las posadas, la preparación de cenas, la limpieza y el montaje del pabellón exterior que ahora se necesita para albergar las 250 sillas necesarias para las liturgias de los días festivos. Un grupo de mujeres mexicanas que son primas dirigen tres coros en español. Están terminando la universidad o la formación profesional y están deseosas de asumir el liderazgo en la catequesis, la música, la liturgia y los ministerios de jóvenes y jóvenes adultos.
Durante la Cuaresma, quince familias hispanas ensayaron todos los domingos por la tarde para preparar una dramatización del Vía Crucis y la Resurrección que me asombró. La mujer que interpretaba a María, la Madre de Jesús, lloraba al pie de la cruz de su hijo de 20 años y el narrador no podía continuar. Dios ha venido entre estos padres indocumentados y les ha dado energía para educar a sus hijos y encarnar el amor de Cristo en las zonas rurales de Carolina del Sur. Tenemos la bendición de ser testigos y colaboradores.
Sor Julie Cutter, HC
Muy entrañable y emotivo. Muchas gracias.