¡Cristo ha resucitado! Eso da a entender que ir de acá para allá para predicar la Buena Noticia a los pobres, curar a los enfermos y liberar a los oprimidos, amar, es agradar a Dios.
Dios lo unge con la fuerza del Espíritu Santo a Jesús. Este, a su vez, pasa por todas partes para hacer el bien y curar, liberar, a los oprimidos por el diablo. Con todo, lo matan, lo cuelgan de un madero.
Pero Dios no lo deja de resucitar, de liberar de las garras de la muerte, al tercer día. Y tal resucitar, liberar, es el «sí» de Dios a la forma de ser, vivir y morir por los pobres. De estar de lado de ellos. Y los que amen con él hasta el fin, hasta entregar el cuerpo y derramar la sangre, resucitarán también. Se van a liberar de las tinieblas del abismo. Ya no serán esclavos de la tierra. Buscarán ellos más bien los bienes del cielo y serán la levadura nueva.
Sí, por amar al igual que él pasamos de las tinieblas a la luz. Así pues, María Magdalena ama mucho a Jesús y supera las tinieblas. Es que va ella al sepulcro al amanecer, cuando aún está oscuro.
Pero se ha de admitir, claro, que ella no se logra liberar del todo de las tinieblas. Pues, al igual que los demás discípulos, aún no capta ella la Escritura: Jesús ha de resucitar de entre los muertos. Mas, por amarle tanto, se queda ella cerca del sepulcro y llora. Y pronto se le concede a ella encontrarse con el Resucitado.
Ser líder quiere decir servir con amor, liberar a los que se encierran en la indiferencia o en el odio.
En cuanto a Simón Pedro y al discípulo amado, se alarman ellos al oír a María enterarles de un robo. Por lo tanto, juntos se echan a correr hacia el sepulcro. El otro discípulo corre más rápido y llega al sepulcro antes que Pedro. Pero parece respetar él su autoridad y lo deja entrar primero.
Y el primero de los discípulos ve que las vendas y el sudario han sido colocados en su sitio. Parece, pues, que no ha habido robo. También entra el discípulo al cual quiere Jesús. Este discípulo ve y cree. Y tal creer y ver se dice no más de él y no de Pedro.
Desde luego, no se nos menciona el nombre del discípulo al cual quiere Jesús. Es que todos somos él, con tal de que conozcamos el amor de Jesús y amemos a nuestra vez. No cabe duda de que hay que mostrarles respeto a los que nos lideran. Pero más que nada, hay que mostrar que la autoridad está al servicio del amor. Que el amor está por encima de todas las reglas (SV.ES IX:1125). Sí, por nuestro amor se nos conocerá a nosotros como discípulos de Cristo.
Señor Jesús, ayúdanos a amarte y a amarnos los unos a los otros, como nos lo mandas. Nos lograremos así liberar del egoísmo y podremos hacer lo que queramos, seguros de que, por el amor, habrá acuerdo entre tu voluntad y la nuestra.
31 Marzo 2024
Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor (B)
Hech 10, 34a. 37-43; Col 3, 1-4/1 Cor 5, 6b-8; Jn 20, 1-9
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