Sobre la religión y el pueblo
El pueblo es religioso, pero no como quieren sus amos, que toman la religión como bocado puesto en la boca de un corcel indomable; ¡de eso se avergonzarían! Acepta la religión como una necesidad, como una pasión honrosa de su naturaleza, y aunque traten de deshonrar su fe diciendo que es la fe del pueblo, él la protege con su pobreza, su trabajo y su majestad. Se dice a sí mismo: yo pobre, yo pueblo, no estoy desheredado de lo grande, no estoy desheredado de lo sublime. No conoce el nombre de Longino, pero yo hablo por él y conozco a Longino. Longino dijo: Lo sublime es la expresión de un alma grande, y el pueblo… no ha renunciado a hacer ese sonido; no ha renunciado al gozo de lo sublime, y como no puede ser sublime a través del mundo, porque el mundo niega a su inteligencia y a su corazón la oportunidad de ser sublime, se expande tanto más para proclamar al Dios que lo eleva, que lo bendice, que le dice: Soy tu hermano y tu igual, no temas.
Jean-Baptiste-Henri-Dominique Lacordaire (1802-1861) fue un reconocido predicador y restaurador de la Orden de Predicadores (dominicos) en Francia. Fue un gran amigo de Federico Ozanam (de hecho, es el autor de una muy interesante biografía sobre Ozanam) y muy afecto a la Sociedad de San Vicente de Paúl.
Imagen: El padre Jean-Baptiste Henri Lacordaire, pintado por Louis Janmot (1814-1892), amigo de Federico Ozanam y uno de los primeros miembros de la Sociedad de San Vicente de Paúl.
Fuente: Henri-Dominique Lacordaire, Conférences de Notre-Dame de Paris, tomo 1, París: Sagnier et Bray, 1853.
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