Conferencias de Cuaresma predicadas por el P. Lacordaire, texto nº 12

por | Mar 5, 2024 | Formación, Reflexiones | 0 Comentarios

A instancias de Federico Ozanam y otros estudiantes universitarios, el arzobispo de París, monseñor de Quélen, instituyó las Conferencias de Cuaresma en Notre-Dame, que aún siguen realizándose en nuestros días. El primer ciclo de conferencias tuvo lugar de febrero a marzo de 1834. El padre Lacordaire, que ingresaría más adelante en los dominicos pero que entonces era sacerdote diocesano, predicó las de 1835 y 1836. Estos extractos provienen de aquellas conferencias.

No hay nada más dulce que el amor

Dios siembra en el alma la semilla de la virtud por medio de la palabra: Si alguno de vosotros quiere ser el primero, que sea el último; y si alguno de vosotros quiere ser el mayor, que sea vuestro servidor, a ejemplo del Hijo del hombre, que no vino a ser servido, sino a servir (Mt 20,26-28). Os quejáis de ser esclavos, pero no sabéis lo que decís: una persona es esclava cuando sirve contra su voluntad; servid por propia voluntad y la esclavitud será destruida. Os han dicho que la mayor desgracia y la mayor vergüenza es la servidumbre, y yo os digo: convertid la servidumbre en un acto de amor; lo que era ignominia se convertirá en gloria, lo que era esclavitud se convertirá en devoción, lo que era lo último se convertirá en lo primero, lo que era el colmo de la desgracia se convertirá en éxtasis.

¿No sabes que no hay nada más dulce que amar? Cuando amamos, nos damos; cuando nos damos, servimos; y cuando servimos por amor, somos felices. Así que sirve amando, y ¿qué te faltará? Es verdad que el orden se ha invertido, porque es el amor el que precede al servicio, y aquí el servicio precedió al amor: pero ¿qué te importa? Restablece el orden amando; mientras servicio y amor estén juntos, el misterio de la bienaventuranza se cumple.

Por eso, hermanos míos, formad todos una santa república de amor, amaos los unos a los otros, y amad a vuestros amos con el amor común que os tenéis; acabaréis por desarmarlos, por persuadirlos a que os amen también a vosotros y a que se amen los unos a los otros. Nada es tan contagioso como la virtud en estado de amor. Cuando vean que los amáis y les servís libremente, se les abrirán los ojos, y vuestra libertad brotará por sí misma, igual que la fruta brota del árbol y cae por sí misma cuando está madura.

Jean-Baptiste-Henri-Dominique Lacordaire (1802-1861) fue un reconocido predicador y restaurador de la Orden de Predicadores (dominicos) en Francia. Fue un gran amigo de Federico Ozanam (de hecho, es el autor de una muy interesante biografía sobre Ozanam) y muy afecto a la Sociedad de San Vicente de Paúl.

Imagen: El padre Jean-Baptiste Henri Lacordaire, pintado por Louis Janmot (1814-1892), amigo de Federico Ozanam y uno de los primeros miembros de la Sociedad de San Vicente de Paúl.

Fuente: Henri-Dominique‎ ‎Lacordaire, Conférences de Notre-Dame de Paris, tomo 1, París: Sagnier et Bray, 1853.

 

 

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