EN TODA BUENA ELECCIÓN, EN CUANTO DEPENDE DE NOSOTROS, EL OJO DE NUESTRA INTENCIÓN DEBE SER SIMPLE, MIRANDO SÓLO PARA LO QUE HEMOS SIDO CREADOS.
SAN IGNACIO
La historia del buen samaritano es una de las parábolas más conocidas. Hay varios personajes en la historia del buen samaritano, y muchos de ellos los podemos hallar en nosotros mismos de vez en cuando. Está el pobre hombre que fue golpeado y abandonado al borde del camino; los ladrones y matones que hirieron y robaron al hombre antes de desaparecer; y luego el levita, el sacerdote que pasaba por allí e ignoró totalmente al hombre golpeado… también somos nosotros. Ignoramos la difícil situación de los que nos rodean. No nos involucramos. No merece la pena ni invertir tiempo en ello.
Luego está el buen samaritano, que se detuvo y atendió al hombre, que, en última instancia, es Dios. Él recorre el mismo camino que los demás y el mismo camino en la vida que nosotros. Nos recoge de la ruina de nuestros propios errores y nos da vida. Oportunidad tras oportunidad tras oportunidad. Nos lleva al posadero, probablemente la persona menos apreciada de todos los evangelios.
El posadero, ocupado en sus asuntos y su propio negocio, se encuentra de repente con un herido al que tiene que cuidar. Tal vez no tenga tiempo para esto en aquel momento, y, de todos modos, ¿quién dice que quiere cuidar a aquel hombre?
Sin embargo, lo cuida con amor incondicional y total respeto. Nunca se menciona lo difícil que sería cuidar al hombre herido. ¿Era amable, grosero, impaciente, ruidoso o difícil?
A veces somos como el posadero, pero, ¿somos tan complacientes como el posadero original? ¿Decimos que sí ante los obstáculos que aparecen en momentos inesperados? Lo que Dios nos pide no suele ser tan grave. Nos envía gente que pasa a nuestro lado.
No sabemos lo herido que está su corazón, pero Él nos pide una cálida sonrisa. Puede haber alguien en el supermercado con una mala actitud. No sabemos lo herido que está su corazón y todo lo que Él nos pide es una palabra sanadora de aliento o paciencia por nuestra parte. Las personas con las que nos encontramos en nuestro trabajo con la Sociedad no nos cuentan toda su historia, pero nos ofrecen una instantánea de sus vidas.
Lo único que Él nos pide es que no juzguemos, sino que salgamos al encuentro de los que nos cruzamos con compasión y comprensión, y que veamos la misericordia como un valor supremo, desafiando el marco filosófico y moral que suele dar forma a nuestras respuestas. Todos somos sus posaderos, ¿cómo vivimos esto hoy? ¿Cómo somos posaderos?
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
- ¿Recuerdas alguna vez en la que alguien te haya necesitado y tú estuvieras demasiado ocupado para ayudarle? Mirando hacia atrás, ¿cómo te sientes?
- ¿Recuerdas alguna ocasión en la que necesitaras ayuda desesperadamente y alguien dejara lo que estaba haciendo para venir a ayudarte? ¿Cómo te sentiste?
De: Firewood for the soul, vol. 1, A Reflexion Book for the Whole Vincentian Family
Sociedad San Vicente de Paúl, Queensland, Australia.
Texto de: Samantha Hill.
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