El amor produce amor
La doctrina católica, al presentarse al mundo, no dice como Espartaco: “Levantaos, armaos, reclamad vuestros derechos”; dice tranquila y sencillamente: Amaos los unos a los otros; si hay alguno entre vosotros que se queja de no ser amado, que ame el primero; el amor produce amor. Cuando dos se hayan amado y hayamos visto la alegría en sus corazones, vendrá un tercero que querrá ser amado también dando su amor; luego un cuarto. Lo que te falta no es un derecho, sino una virtud. Ninguna ley puede darte la virtud, ninguna victoria puede crearla. Si Espartaco hubiera vencido, al día siguiente el mundo habría sido igual que la víspera; los esclavos se habrían convertido en amos, los amos en esclavos, y todos estos vencedores, ebrios del botín de Roma, se habrían degollado unos a otros en nombre de la fraternidad. La virtud no nace en el campo de batalla; el alma es el único terreno donde Dios la siembra y la cosecha.… el reino de Dios está dentro de ti; el terreno es tu alma, y la semilla que acabas de recibir está contenida en estas palabras: Amaos los unos a los otros.
Jean-Baptiste-Henri-Dominique Lacordaire (1802-1861) fue un reconocido predicador y restaurador de la Orden de Predicadores (dominicos) en Francia. Fue un gran amigo de Federico Ozanam (de hecho, es el autor de una muy interesante biografía sobre Ozanam) y muy afecto a la Sociedad de San Vicente de Paúl.
Imagen: El padre Jean-Baptiste Henri Lacordaire, pintado por Louis Janmot (1814-1892), amigo de Federico Ozanam y uno de los primeros miembros de la Sociedad de San Vicente de Paúl.
Fuente: Henri-Dominique Lacordaire, Conférences de Notre-Dame de Paris, tomo 1, París: Sagnier et Bray, 1853.
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