Querer su bien y dejarse querer • Una reflexión semanal con Vicente

por | Feb 25, 2024 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

«Amar a alguien, propiamente hablando, es querer su bien. Según esto, amar a Nuestro Señor es querer que su nombre sea conocido y manifestado a todo el mundo, que reine en la tierra, que se haga su voluntad en la tierra como en el cielo» (SVP ES XI, 736).

Vicente de Paúl

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Reflexión:

  1. No se podrá decir que el sr. Vicente no sea un hombre de su tiempo. En su momento no se entendía el mundo sin una obediencia ciega a la autoridad: a la divina (Dios) y a la humana (el Rey). Por tanto, el «hágase tu voluntad» ni extrañaba ni era ajeno al pensar y quehacer diario.
  2. Por otra parte, Vicente utiliza determinados argumentos para llevar el «agua a su molino». Argumentos que, no es infrecuente, el paso del tiempo modifica, mejora o, simplemente, deja en el olvido. Es lo que ocurre, a mi modo de ver, con el inicial: «amar a alguien es querer el bien del otro». Porque lo dicho es lo «mínimo» en el querer. Decimos hoy día que el amar a alguien conlleva dos dimensiones: «estar junto con el amado» y «dejarse influir por él». Seguramente que el señor Vicente, si viviera hoy, nos diría esto mismo con la misma sencillez con la que entonces dijo “querer el bien del otro”.
  3. Despliega el argumento, en primer lugar, en «querer que su nombre sea conocido y manifestado a todo el mundo«. La afirmación tiene una modernidad aplastante por cuanto asume dos de los planteamientos que aplican los sistemas de calidad en la actualidad: el querer (Misión) tiene un objetivo («que el nombre del Señor sea conocido») y un despliegue («que el nombre del Señor se manifieste»). Diríamos, igualmente, que ambos representan las dos caras de la misma moneda.
  4. En segundo lugar, en «que reine en la tierra«. La Visión que proyecta el sr. Vicente acerca del lugar que ha de ocupar el “Señor” no es sino reflejo del que ocupaba su protector Luis XIV: reinar y, si es posible, con todo el fasto del que hacía gala la monarquía francesa en aquel momento que, de sencillez y austeridad, no tenía nada. Además, en competencia con el mismo rey por cuanto el lugar de emplazamiento del «reino» es la misma tierra. Pura doctrina dualista: reino temporal-reino espiritual. Tiempo es el actual para interpretar todo el asunto del «Reino» y del «Rey»… Quizá tendríamos que decir “reinado del servidor”.
  5. Por último, en «que se haga su voluntad en la tierra como en el cielo«. Repetición literal de una de las invocaciones del «Padre nuestro»… que, como tantas otras, requiere de explicación. Porque, ¿cómo trasmitimos el concepto «hágase tu voluntad» a una sociedad militante de la «responsabilidad absoluta» del ser humano? ¿Basta añadir esta matización a la voluntad, es decir, una «sumisión voluntaria»? Por otra parte, ¿cómo puede el ser humano hacer algo para que se haga la voluntad del Señor en el cielo?…

Cuestiones para el diálogo:

  1. ¿Cuál es tu Visión del «Reino de Dios»? ¿Un DIos que gobierna o un reinado basado en el servicio a los demás?
  2. ¿Cómo es posible descubrir la voluntad de Dios?
  3. Reino-Voluntad de Dios-Pobres… ¿Encuentras alguna relación?

Mitxel Olabuenaga, C.M.
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Etiquetas: Vicente de Paúl

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