Dios ofrece a todos su Palabra
¿A quién se le ha dado la libertad cristiana? ¿A quién la ha transmitido Jesucristo como herencia con su sangre? A todos; y, en particular, a los pobres, a los humildes, a los miserables. Todos los días oímos hablar de nuevas teorías de civilización, de leyes agrarias, de derechos del pueblo. Pues bien, ¡he aquí su herencia!
Tú tienes el conocimiento, el renombre, la pompa, el honor y las alegrías de este mundo; Dios no pudo o no quiso dar esto a todos, poco importa; pero a todos ha dado su Palabra. ¿Privarías a los que no tienen nada el derecho de oírla? ¿Les privarías de esta palabra: ¡Bienaventurados los pobres! ¡Bienaventurados los que lloran! Tened cuidado de que, al privar a otros, no os la quitéis a vosotros mismos. Tarde o temprano el mundo os fallará, y entonces os alegraréis de encontrar la libertad de la cruz. La cruz es el cetro de los pobres, pero también es el último cetro que llevan los reyes. Respetadla por los demás, por piedad de vosotros mismos.
Jean-Baptiste-Henri-Dominique Lacordaire (1802-1861) fue un reconocido predicador y restaurador de la Orden de Predicadores (dominicos) en Francia. Fue un gran amigo de Federico Ozanam (de hecho, es el autor de una muy interesante biografía sobre Ozanam) y muy afecto a la Sociedad de San Vicente de Paúl.
Imagen: El padre Jean-Baptiste Henri Lacordaire, pintado por Louis Janmot (1814-1892), amigo de Federico Ozanam y uno de los primeros miembros de la Sociedad de San Vicente de Paúl.
Fuente: Henri-Dominique Lacordaire, Conférences de Notre-Dame de Paris, tomo 1, París: Sagnier et Bray, 1853.
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