«Las almas de los pobres tienen en sí la imagen de Dios y, por consiguiente, tenemos que honrar en ellos a la Santísima Trinidad».
Vicente de Paúl (SVP ES, IX, 74)
Reflexión:
- Una sencilla frase pero… ¡vaya frase! Un lúcido pensamiento pero… ¡vaya lección de teología! Quizá, con ella, bastaría para conceder al sr. Vicente un doctorado “Honoris causa” (si el reconocimiento de su “santidad” no lo es ya). Todo por dos expresiones aparentemente contradictorias “almas-ellos”, “Dios-Trinidad”. Dialéctica en estado puro. Un hecho que es constante en el pensar y actuar del sr. Vicente o, mejor, que le lleva obsesivamente del uno al otro y del otro al uno de modo que es incomprensible comprender su persona separando uno del otro.
- El abstracto “almas” queda suficientemente matizado con “de los pobres” y el “ellos”, es decir, los “pobres”, las personas que son pobres. ¿Qué pasa con los pobres? ¿Que la sociedad parisina no los veía? ¿Que no hacía nada por ellos? ¿No había instituciones que se ocupaban de ellos? ¿No existían Cofradías de Caridad?… Las respuestas son positivas: se veían, se les atendía, existían instituciones públicas y privadas… ¡No está ahí la Visión del sr. Vicente sino en VER en ellos la imagen de Dios!… Es la gran novedad que aporta a la humanidad este sencillo sacerdote de las Landas. Con ello… puso al orden eclesial y civil en estado comatoso… ¡al borde del infarto!
- En otra “reflexión” mostramos la gran devoción (personal e institucional) del sr. Vicente por la Santísima Trinidad. No añadimos nada más. Revisen en la web y relean lo entonces dicho. En síntesis: la fe se sustenta en la Trinidad; el ser del misionero se sustenta en la Trinidad; las obras que mantienen las instituciones vicencianas o se sustentan en la Trinidad o están construidas sobre arena.
- Esta concepción que puede parecer “pura” filosofía o teología no es sino una de las caras de la moneda. En la otra se coloca al pobre y, por ello, se atreve a decir que “tenemos que honrar en ellos a la Santísima Trinidad”. ¡Duro de pelar! ¡Sin más comentarios!
Cuestiones para el diálogo:
- ¿Cómo vivimos esta confrontación?
- ¿Ambas realidades forman un TODO en nuestras vidas?
- ¿Son nuestras comunidades espejo de esta situación?
- ¿Recogen nuestros devocionarios la realidad del pobre más cercano?
- ¿Tenemos un “pobre” cada uno, como pedía el sr. Vicente?
Mitxel Olabuenaga, C.M.
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