A medida que nos adentramos en un nuevo tiempo de Navidad lleno de muchas esperanzas y plegarias, puede ser un buen momento para reflexionar sobre este mundo en el que vivimos, que a veces puede parecer una realidad desesperada para muchos.

Tenemos guerras activas en Ucrania y Oriente Medio. Durante 2023 hemos visto incendios forestales, inundaciones e incluso terremotos y erupciones volcánicas. En nuestras ciudades norteamericanas y en muchos otros lugares, vemos pobreza generalizada, personas sin hogar y un creciente sentimiento de racismo hacia los demás. Se está construyendo un liderazgo políticamente conservador que, con demasiada frecuencia, es asumido por individuos a los que les importa poco la dignidad de todo ser humano.

Entonces, ¿dónde podemos encontrar esperanza en este caótico mundo nuestro? Quizá empecemos por la razón por la que celebramos esta época del año. Recordemos el nacimiento de Jesucristo y lo que trajo al mundo hace 2000 años. ESPERANZA. Jesús llegó a un mundo dominado por un gobierno moralmente corrupto y brutal al que poco le importaba la dignidad humana. Había odio, desconfianza y persecución de los que no compartían las mismas creencias del conquistador y dominador imperio romano.

¿Por qué no depositar nuestras esperanzas en este niño de hace muchos años y utilizar esta creencia en la dignidad de nuestros semejantes? Como vicentinos tenemos una gran oportunidad no sólo de continuar nuestros esfuerzos con un verdadero sentido de esperanza, sino también de compartir esta esperanza con los menos afortunados. Cuando tomamos ese camino únicamente vicenciano para desarrollar una relación personal con nuestros prójimos necesitados, podemos ver a Jesús en todos y cada uno.

Que tengáis todos una Navidad muy santa y alegre. Nuestra Esperanza puede vencer la desesperanza.

Sobre el autor:

Jim Paddon vive en Londres, Ontario (Canadá) y es un vicentino canadiense. Está casado con su querida esposa Pat y tienen seis hijas y once nietos. Jim es miembro de la Sociedad desde los años 70.

«Reconozco con todo respeto los territorios tradicionales y no otorgados de los Pueblos Indígenas, incluidas las Primeras Naciones, los Metis y los Inuit, en cuyas tierras nos reunimos, trabajamos y vivimos».