Jesús no estableció la Iglesia como una institución con un hábil plan de «relaciones públicas». Sus seguidores se sintieron atraídos por su mensaje. Se convirtieron en un movimiento que dio lugar a la Iglesia primitiva.

En la actualidad, sólo en Estados Unidos hay más de 50 millones de católicos. Son «gobernados» por unos 400 obispos en estructuras llamadas diócesis.

Ten en cuenta que Jesús empezó con un pequeño grupo de gente muy corriente.

En esta reflexión exploro cómo la Iglesia primitiva pasó de ser un pequeño movimiento a una institución mundial.

Volvamos al principio…

Alrededor del año 100, ya había unos 25.000 cristianos, un crecimiento asombroso para la época. Pero a pesar de muchas persecuciones, en el año 300 d.C., ¡eran unos 20.000.000!

¿Cómo pasaron de ser un pequeño movimiento a la fuerza religiosa más importante del Imperio Romano en sólo dos siglos?

¡Todo este crecimiento parece imposible!

¡Contra todo pronóstico!

Antes de responder, aquí hay algunas cosas importantes a tener en cuenta. (Lo que sigue se basa en The Forgotten Ways, un libro de Alan Hirsch dedicado a explorar las facetas de la renovación de la Iglesia).

Fueron una religión ilegal durante todo este periodo. En el mejor de los casos, se les toleraba; en el peor, se les perseguía muy severamente.

No existían las iglesias que conocemos. Aunque los arqueólogos han descubierto capillas que datan de este periodo, eran definitivamente excepciones a la regla. Tendían a reunirse en iglesias «domésticas».

Tampoco tenían una forma de liderazgo altamente institucionalizada o profesional, normalmente asociada a una iglesia en la actualidad.

No tenían grupos de jóvenes, seminarios, comités ni coros.

Y, de hecho, eran exigentes respecto al ingreso en la Iglesia. A finales del siglo II, los aspirantes a conversos tenían que someterse a un importante y riguroso periodo de iniciación para demostrar que entendían a qué se comprometían.

¿Pagar por adelantado?

La frase principal de la película del año 2000 «Cadena de favores» era: «Cuando alguien te haga una buena acción, no se la devuelvas, haz lo mismo».

Era la forma abreviada de responder a una buena acción que alguien hace por ti. De este modo, la práctica de ayudarse unos a otros puede extenderse geométricamente por la sociedad, creando un movimiento social con el impacto de hacer del mundo un lugar mejor.

A menudo pienso si no era eso en lo que la misión de Jesús consistía… en enseñarnos a devolver el don del amor de Dios. Al fin y al cabo, Dios nos ha amado primero… ¡y quiere que hagamos lo mismo!

Eso es lo que hizo Jesús. Ofreció el amor que conocía en el círculo de la Trinidad. Esta «Buena Nueva» cambió… ¡y está cambiando el mundo!

Jesús enseñó esta doctrina de «devolver el favor» en sus parábolas

• El buen samaritano no estaba devolviendo el favor a nadie. Simplemente ofrecía sus cuidados sin pedir nada a cambio.
• La parábola del siervo que no perdona plantea el mismo punto a la inversa. El amo, en efecto, dice… Te di el don del perdón. ¿Por qué no lo transmites y perdonas como has sido perdonado?

Ambas historias terminan con un «ve y haz tú lo mismo».

Jesús ejemplificó el «devolver el favor»

Jesús lavando los pies de sus discípulos y dando su vida por nosotros es la máxima expresión de «devolver el favor».

¡Haced esto en memoria mía! Lavaos los pies los unos a los otros. Da tu vida por tus hermanos y hermanas.

Hirsch, en su libro The Forgotten Ways, cree que «todo el pueblo de Dios lleva dentro de sí las mismas facultades que dieron energía al movimiento cristiano primitivo«.

En el fondo, ¿no es ésta otra descripción de la evangelización?

Evangelizar es tocar la vida de las personas amándolas como nosotros hemos sido amados.

¿Implicaciones?

• Aunque reconocemos la importancia de las estructuras, ¿hemos olvidado que las personas responden a ser amadas más que a respuestas memorizadas?
• ¿Somos conscientes de que no nos ganamos el amor de Dios… sólo podemos «devolverlo»?
• ¿Sabrán «que somos cristianos por nuestro amor»… y querrán unirse «al movimiento de Jesús»?

Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk