En esta reflexión me gustaría explorar esta sabia sentencia que nos retrotae a los orígenes de nuestra espiritualidad vicenciana.
Es la historia de un momento crucial en la vida de Federico Ozanam. Se sintió inspirado para pasar de la palabra a la acción.
La encrucijada de dos vidas
Federico Ozanam
Federico y sus compañeros eran católicos profundamente comprometidos en un entorno universitario hostil al cristianismo. (¿Te suena familiar?)
Creían tener todas las respuestas. Debatían con sus compañeros. Pero el desafío de un estudiante les dejó sin argumentos. «El cristianismo es cosa del pasado. ¿Qué ha hecho su Iglesia por los pobres?». No tenían respuesta.
Procedente de un entorno acomodado, nunca había «encontrado a» o «caminado con» los que sufrían. Por tanto, no sabía nada de ellos. Su único conocimiento era teórico.
Aturdido y sin respuesta, pidió consejo a uno de sus profesores, Emmanuel Bailly.
Bailly conocía de antes a sor Rosalí Rendu y su trabajo en los peores barrios de chabolas de París. Bailly le escribió. «Le envío dos jóvenes, M. Ozanam y M. Taillandier ….».
Sor Rosalía Rendu
Sor Rosalía puede ser descrita como la «Madre Teresa» de su tiempo. Durante más de 50 años se desgastó recorriendo calles que otros no se atrevían a visitar.
Se tomó al pie de la letra las palabras de Jesús: «Todo lo que hagáis por el más pequeño de mis hermanos y hermanas, a mí me lo hacéis». En sus últimos años, escribió: «Nunca rezo tan bien como cuando camino por las calles del barrio de Mouftard».
Llevaba comida y carbón a quienes lo necesitaban. Subía los escalones de las buhardillas donde yacían enfermos.
Al parecer, cuando estos dos estudiantes se acercaron a ella, les invitó, sin rechistar, a caminar con ella y con los pobres.
Aquella experiencia de encuentro con los pobres abrió los ojos del joven Federico y de sus compañeros al sufrimiento de los pobres.
El resto es historia, como suele decirse
Lacordaire, una de las personas más influyentes de la época, resumió los esfuerzos de estos estudiantes. «Mientras los innovadores se agotaban con teorías para cambiar el mundo, estos jóvenes se dedicaban a subir a los pisos donde se escondía la miseria del barrio».
¿No es de extrañar que el papa Francisco, casi dos siglos después, enviara a sus seminaristas a «mancharse los zapatos de barro» y a conocer «el olor de las ovejas»?
Tantas lecciones…
En mis últimos años de docencia, después de conocer su historia, empecé a mirar a mis alumnos y a preguntarme si alguno de ellos podría ser otro Federico.
También me preguntaba hasta qué punto yo ejemplificaba la N.A.T.O.
Mientras miraba a los alumnos que tenía delante, me preguntaba si habría otro Federico entre ellos. ¿Cómo podría ayudarles a encender la chispa en sus vidas?
Los jóvenes tienen un idealismo que está maduro para ser desafiado… y guiado.
- Responden a la orientación de aquellos a quienes respetan.
- Aquellos a quienes respetan a veces hacen bien en ponerles en contacto con personas que pueden guiarles más y mejor.
- Los mentores a menudo no tienen ni idea de cómo su orientación tiene un impacto incluso más allá de aquellos que acuden a ellos.
- La historia de personas como Vicente De Paúl y Rosalí Rendu puede iluminar su camino y encender sus corazones.
Preguntas para reflexionar
- ¿Conoces a algún joven idealista?
- ¿Puedes ser una Rosalía de nuestro tiempo, que le inspire y le guíe con tu ejemplo?
- ¿Sabemos dónde enviar a alguien para que continúe recibiendo orientación?
Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk
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