Encender en nosotros el fuego de amor

por | Nov 9, 2023 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús da a conocer de palabra y de obra que no se puede amar a Dios sin amar al prójimo.  Los cristianos buscamos encender en nosotros ese fuego de amor. 

Se nos pide hoy velar, pues no sabemos el día ni la hora cuando vuelva el Hijo del hombre.   Y velar quiere decir ser cual las doncellas sensatas, amigas de la novia, en una boda.  A ellas no les basta con encender sus lámparas y salir al encuentro del novio.  Se llevan también aceite de reserva.  Pues sin tal reserva, se les pueda acabar el aceite en sus lámparas por si tarda el novio.

Sí, los que esperamos la vuelta de nuestro Salvador Jesucristo hemos de encender nuestras lámparas y mantenerlas encendidas.  Y como ha tardado él mucho tiempo, nos hemos de abastecer de aceite.  Mas no se nos concreta lo quiere decir «aceite».  Con todo, se puede decir con razón que «aceite» tiene que ver con el fuego de amor que se ha de encender en nosotros.  El aceite que mantiene encendidas nuestras lámparas es el amor, con pasión, a Dios y al prójimo que Jesús encarna.

Encender en nosotros el fuego de amor quiere decir contagiarnos del amor de Jesús.

Sus dos grandes virtudes son la religión para con el Padre y la caridad para con los hombres (SV.ES VI:370).  Es por eso que al recorrer pueblos y aldeas para hacer el bien, él no deja de estar siempre unido al Padre.  A éste lo toma por autor de todo lo que él hace; busca siempre lo que el Padre quiere.

Esas dos grandes virtudes han de ser de nosotros también. Y hoy, por lo visto, hemos de orar y hacer más. Pues hoy, al parecer, tenemos más problemas que nunca. Y si de esta forma amamos a Dios y al prójimo, alumbrará nuestra luz a los hombres.  Al ver ellos el bien que hacemos, alabarán a nuestro Padre que está en el cielo.  Es así que hay que esperar al Salvador con las encendidas lámparas de nuestras buenas obras.

Y el aceite no nos lo puede dar nadie.  Es decir, nosotros mismos hemos de amar a Dios y al prójimo.  Nadie lo puede hacer en vez de nosotros.  Y sabemos lo que nos pasará si no hacemos lo que nos toca, si desperdiciamos los talentos dados, si nos faltan buenas obras.  Se nos cerrará la puerta del banquete, no entraremos en el gozo de nuestro Señor, nos arrojará de su presencia el Hijo del hombre.

Señor Jesús, concédenos poder encender en nosotros el fuego de tu amor y avivarlo al celebrar nosotros tu Sagrado Banquete de amor.  Así seremos sabios y lograremos entrar en tu reino para estar siempre contigo. Y no nos dejes caer en el clericalismo que latiga, azota y esclaviza al santo pueblo fiel de Dios. Que no haya entre nosotros los que, al tardar el Señor, empiezan a pegarles a los que están a su cargo, y a comer y beber hasta embriagarse. Los que se encargan de los demás por sórdida ganancia y para dominarlos.

12 Noviembre 2023
32º Domingo de T.O. (A)
Sab 6, 12-16; 1 Tes 4, 13-18; Mt 25, 1-13 

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