En la radiante luz de la mañana del 18 de julio de 2023, una ola de cambio rozó la remota aldea de Mocharim (India), situada en las serenas orillas del río Falgu. Sor Roselyn Karakattu, de las Hermanas de la Caridad de Nazaret, y su equipo habían abierto su último centro de recuperación escolar, un faro de esperanza y educación para los niños de la zona.
Cinco kilómetros antes de llegar a Kazi Chak, en el corazón de Mocharim, se veían niños, cuadernos en mano, corriendo emocionados hacia el nuevo centro. Eran los «Mocharim ke bachhe», los niños de Mocharim, que hasta ahora habían carecido de un centro escolar cercano, sus sueños de educación acumulando polvo como sus cuadernos sin usar.
En los últimos dos años, los habitantes de Mocharim han emigrado desde distintas partes de la región y establecido aquí sus hogares. Llevaban una vida nómada, moviéndose en busca de trabajo y llegando a fin de mes. En esta lucha por la supervivencia, la educación había sido un lujo que no podían permitirse. La escuela más cercana estaba demasiado lejos, el viaje era demasiado engorroso, y por eso los niños no acudían.
Pero sor Roselyn y su equipo se dieron cuenta de esta desafortunada situación durante una de sus visitas. Se sintieron conmovidos al ver a tantos niños, potenciales líderes del mañana, que pasaban sus días ociosos cuando deberían haber estado en la escuela, aprendiendo y creciendo. Se acercaron a la comunidad del pueblo y preguntaron por qué los niños no iban a la escuela.
Cuando las razones quedaron al descubierto, no dudaron en pasar a la acción. «Nos ofrecimos a dar clases durante dos horas», recuerda la hermana Roselyn, describiendo cómo habían prometido a los aldeanos una solución. La comunidad del pueblo, a su vez, prometió construir un cobertizo provisional que serviría de centro de aprendizaje, lo que ilustra el poder del esfuerzo colectivo.
Mientras tanto, una de las familias más acomodadas mostró su generosidad ofreciendo temporalmente una habitación para las clases. Fue una solución inmediata al problema, un rayo de esperanza para las ansiosas mentes jóvenes que esperaban adentrarse en el mundo del conocimiento.
Sor Roselyn, reflexionando sobre el proceso, compartió una profunda visión. «Es así de fácil», declaró. Su afirmación se hizo eco del espíritu de solidaridad y cooperación. Cuando las personas o los grupos se unen con objetivos e ideales comunes, incluso las circunstancias más difíciles pueden superarse.
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