Mi nombre es Jesús David Coronel, soy originario de Cuautla, Morelos (México). Mi proceso vocacional está impregnado de diferentes sucesos que acompañaron mi respuesta. Desde pequeño mi familia me inculcó la fe católica, asistiendo al catecismo en una comunidad pequeña donde apenas se estaba construyendo el templo, mismo donde realice mis sacramentos. Desde niño participé activamente en distintos grupos parroquiales, impartiendo catecismo, realizando el servicio del altar como monaguillo y en algunos grupos juveniles llamados estrellas misioneras y juventudes marianas vicentinas donde fueron mis primeros acercamientos con la misión. Dichos grupos misioneros se dedicaban a realizar brigadas de evangelización durante algunas semanas como parte de la formación. Fue precisamente en mi estancia con los grupos como poco a poco me comencé a enamorar de la misión y de la gran labor que conlleva, y a su vez veía algunas necesidades en los campos de misión que comúnmente en la cuidad no se presentan.
Una de las comunidades que me marcó mucho fue el poblado de Teotlalco en la sierra de Veracruz, donde realicé la misión de semana santa, acompañado de más jóvenes de mi edad y de una hija de la caridad de san Vicente de Paúl. Cuando llegamos los misioneros a la comunidad nos recibieron con gran alegría, que la acompañaban con coloridos ramos de flores y unas riquísimas galletas que preparaban en el pueblo. Todo ese día se quedaron con nosotros los pobladores del lugar, nos apoyaron a embellecer el templo para la mañana siguiente, pues sería domingo de ramos y había mucho trabajo por realizar para la vivencia de uno de los actos más grandes de amor. Los días fueron pasando, entre visiteos, misas, rosarios de aurora, visita enfermos y talleres con las personas de la comunidad hasta que el momento que me marcaria sucedió, unos hermanitos gemelos estaban con un fuerte cuadro de desnutrición fruto del poder ambicioso de unos cuantos debido a que no le habían pagado a su papá desde hace un mes. Esto perjudicó severamente a esos pequeños, que solo comían sopa de algunas hojas y raíces del lugar con agua de azúcar, al ver sus rostros de esos pequeñitos me di cuenta que no podíamos solo hablar de un Dios que da vida, cuando lo indispensable para tenerla no lo poseían.
Así como esto, había muchas más desigualdades que me llevaron a pensar en cómo poder contribuir para que esto disminuyera, fue así como sor Susana me dijo algo muy cierto -en una semana no podemos solucionarles la vida, solo acompañarles y comer con ellos- posteriormente me comentó sobre el carisma la congregación de la misión y de inmediato me llamó mucho la atención por su tarea. Por otra parte, era una zona donde el sacerdote iba cada 6 meses, pues no tenía tiempo para atender a todas sus comunidades debido a la lejanía y a la gran cantidad de capillas que tenía a su cargo. Me di cuenta de la gran necesidad que se vivía en el pueblo, pues muchos fallecían sin el rito de exequias o sin algún sacramento. Desde ahí comenzó mi inquietud por la vida sacerdotal, pues me di cuenta que no solo se les salva a las personas con anunciarles el reino de Dios, sino también dignificándoles su calidad de vida.
Mi inquietud la externé y fui acompañado durante un año para saber qué era lo que Dios me estaba pidiendo, sinceramente la vida diocesana no me llamó la atención, creo que para confesar y consagrar hay ya muchos, pero para vivir en la misión muy pocos. Mi proceso concluyó con el preseminario en lagos de morenos Jalisco, donde ingresé al seminario menor en la etapa de la preparatoria, pues respondí con un sí desde mis limitaciones y me aventuré a vivir la experiencia. Así pasaron los años, algunos seminaristas con los que inicié dejaron el seminario, mientras yo con miedos seguían respondiendo, hubo muchos momentos llenos de felicidad, de alegría, de suspenso y de paciencia, pero también de tristeza, desilusión y dolor, pues durante mi estancia en la prepa mi abuelita materna falleció, me fue imposible poder despedirme de ella.
La etapa preparatoria estuvo llena de travesuras, gritos, juegos, risas… en fin, lo de un adolecente que buscaba disipar aquella inquietud que había sentido. Lagos de moreno es un lugar que llevo en mi corazón, donde hice amigos de distintas maneras, personas que a lo largo de este caminar siguen al pendiente de mí y siempre recuerdo con mucho cariño. Posteriormente llegó el momento de dar un pasito más, pues terminé mi estancia en el menor y era tiempo de ingresar a la filosofía en Guadalajara donde gracias a Dios fue una etapa maravillosa, llena de retos personales, académicos y comunitarios, donde Dios me pidió atender ciertos aspectos para responderle con mayor eficacia. Las juntitas fue una de las comunidades más importantes en mi respuesta vocacional pues ahí Dios me sorprendería sintiendo su manifestación de la forma que menos lo esperaría. Sin duda alguna Jalisco fue la sede de mi crecimiento vocacional y humano donde me he ido descubriendo. Estuve 7 años en Jalisco, un poquito lejos de mi familia donde jamás dejé de extrañarlos, pero el señor me lo recompensaba con grandes y fieles amigos que día a día se preocupaban por mí.
Actualmente me encuentro en la ciudad de México, en Tlalpan, cursando el primer año de teología en la universidad pontifica de México, estoy en vísperas de irme al noviciado intercongregacional de los misioneros vicentinos en Guatemala. Dios me ha bendecido a lo largo de estos años, donde he encontrado de todo en mi caminar, no siempre ha sido fácil, pues es un proceso de descubrimiento personal, pero sin duda alguna ha sido maravilloso pues he crecido mucho. Estoy profundamente agradecido con el señor pues siempre me ha guiado y le seguiré diciendo una frase que se ha convertido en oración muy personal en distintos momentos de mi vida “sorpréndeme señor” y ha sido así, nunca me ha dejado solo. Ruego a Dios que me permita ser ordenado y seguir respondiendo a ese llamado que surgió en una misión hace nueve años atrás para poderle servir desde el amor y la entrega, pues he comprendido que el amor es el cimiento de todo aquello que se quiere hacer en nombre del bien. Querido lector, te invito a orar por las vocaciones, que, así como hoy yo te cuento mi experiencia, hay miles de jóvenes con la suya, llenas de distintos matices que ha enriquecido su experiencia. Dios te bendiga abundantemente y bendiga esta maravillosa familia vicentina para el bien de la iglesia.
Jesús David Coronel
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