Dirigiéndose al nuevo grupo de cardenales, el papa Francisco les recuerda… y nos recuerda… un pasaje de los Hechos de los Apóstoles, a menudo ignorado:
… los Hechos de los Apóstoles nos hacen reflexionar que, antes de ser «apóstoles», antes de ser sacerdotes, obispos, cardenales, somos «partos, medos, elamitas», etcétera, etcétera.
Los apóstoles eran «todos galileos» (cf. v. 7), mientras que la gente que se reunía era «de todas las naciones bajo el cielo» (v. 5). Sin embargo, ¡todos comprendieron!
La fe nos ha sido transmitida en todos nuestros dialectos
También nosotros procedemos de muchas naciones y hablamos una lengua distinta de la de los judíos de entonces. Sin embargo, comprendemos.
El Papa Francisco continúa:
Y esto (el misterio ) nos llegó «en nuestra lengua», de labios y gestos de nuestros abuelos y de nuestros padres, de catequistas, sacerdotes y religiosos…
Cada uno de nosotros puede recordar voces y rostros concretos. La fe se transmite «en dialecto». No lo olvidéis: la fe se transmite en dialecto, por las madres y las abuelas.
El papa Francisco sitúa a todos en la metáfora de una sinfonía
El Papa Francisco escribe:
Una sinfonía se nutre de la hábil combinación de los timbres de los diferentes instrumentos: cada uno aporta su contribución, a veces solo, a veces en dueto, a veces con todo el conjunto.
La diversidad es necesaria; es indispensable. Sin embargo, cada sonido debe contribuir al diseño común. Por eso es esencial la escucha mutua: cada músico debe escuchar a los demás.
Si uno se escucha sólo a sí mismo, por sublime que sea su sonido, no beneficiará a la sinfonía; y lo mismo ocurriría si una sección de la orquesta no escuchara a las demás, sino que tocara como si estuviera sola, como si fuera el todo.
El director de la orquesta está al servicio de esta especie de milagro que es cada interpretación de una sinfonía. El director tiene que escuchar más que nadie, y al mismo tiempo su trabajo es ayudar a cada persona y a toda la orquesta a desarrollar la mayor fidelidad creativa: fidelidad a la obra que se interpreta, pero también creativa, capaz de dar alma a la partitura, de hacerla resonar en el aquí y ahora de una manera única.
¡El Sínodo es tiempo de oración!
El Papa Francisco ha anunciado su intención de oración para octubre.
Por medio de la oración y el discernimiento, el Espíritu Santo nos ayuda a realizar el “apostolado del oído”, o sea, escuchar con los oídos de Dios para poder hablar con la palabra de Dios.
El papa Francisco también dice:
Esta voz que nos descubre el centro de la misión que es llegar a todos, buscar a todos, acoger a todos, involucrar a todos, sin excluir a nadie. Oremos por la Iglesia, para que adopte la escucha y el diálogo como estilo de vida a todos los niveles, dejándose guiar por la fuerza del Espíritu Santo hacia las periferias del mundo”.
Cada sesión del Concilio Vaticano II comenzaba con la oración Adsumus Sancte Spiritus, «Estamos ante Ti, Espíritu Santo».
Esta oración se ha utilizado históricamente en Concilios, Sínodos y otras reuniones de la Iglesia durante cientos de años.
Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre.
Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones.
Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta.
Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras.
No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos.
Concédenos el don del discernimiento, para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por perjuicios y falsas consideraciones.
Condúcenos a la unidad en ti, para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia, sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforzemos por alcanzar la vida eterna.
Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar, en comunión con el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos. Amén.
¿Rezarás para que CADA miembro de la Sinfonía de Dios desarrolle su propio «apostolado del oído»?
Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk
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