Jesús pasa haciendo el bien; nos enseña él que obras son amores y no buenas razones. No le basta con entregarse a una ideología. San Vicente es como él.
Quiere San Vicente que los que lo siguen no dejen de entregarse con celo a las pobres gentes (SV.ES XI:55-58). Y él mismo, por lo visto, no puede más que entregarse a ellas. Pues les dice a los que lo siguen:
En lo que a mí se refiere, a pesar de mi edad, delante de Dios no me siento excusado de la obligación que tengo de trabajar por la salvación de esas pobres gentes; porque, ¿qué me lo podrá impedir? Si no puedo predicar todos los días …, lo haré dos veces por semana; si no puedo subir a los grandes púlpitos, intentaré subir a los pequeños; y si no se me entiendese desde los pequeños, nada me impedirá hablar familiar y amigablemente con esas buenas gentes, lo mismo que lo hago ahora, haciendo que se pusieran alrededor de mí como estáis ahora vosotros.
De más está decir, por lo tanto, que el Fundador no es de los que se engañan. Es decir, de los que se contentan no más con los dulces coloquios que tienen con Dios. Pues no trabajan por Dios ni sufren ni se niegan a sí mismos ni instruyen a los pobres, ni buscan a los perdidos.
Entregarse a los pobres de carne y hueso
San Vicente, sí, es de los que anuncian de palabra y de obra la Buena Noticia a los pobres. Es decir, su modo de entregarse a los pobres no quiere decir predicar no más. Los cuida también, remedia sus necesidades espirituales y temporales, les asiste de todas las formas (véase SV.ES XI:393). Busca además que los demás asistan así a los pobres. Aun se muestra bien sensible a la dignidad de ellos por servirse él de «una servilleta blanca» (SV.ES X:619). Así los alienta él. Y entregarse de toda esa forma es entregarse a los pobres de carne y hueso, no a una ideologia. Y las ideologías nos ponen en riesgo.
Estos «groseros», a su vez, no dejan al santo ver de forma romántica su modo de servir (TWVDP 24, nota 1). Pero no le impiden tampoco ver en ellos al Hijo de Dios (SV.ES XI:723). De hecho, ellos le abren los ojos al que les asiste y lo ayudan a captar lo sabio que es el Sermón del Monte. Y a conocer de verdad a Jesús crucificado, poder y sabiduría de Dios.
Estos pobres de carne y hueso son también un carta de recomendación para san Vicente (SV.ES IX:241). Pues dan fe de que él comparte el amor inventivo de Jesús (SV.ES XI:65). Y ellos proclaman hermosos sobre los montes los pies del santo, del que anuncia la Buena Nueva.
Señor Jesús, haz que todos los que siguen a san Vicente no dejen de entregarse, al igual que tú y él, a los pobres de carne y hueso hasta el fin.
27 Septiembre 2023
San Vicente de Paúl
Is 52, 7-10; 1 Cor 1, 26 – 2, 2; Mt 5, 1-12a
0 comentarios