Alcanzar por gracia la estrella inalcanzable

por | Sep 14, 2023 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 Comentarios

Jesús no es del mundo.  Ni lo son sus verdaderos discípulos.  Logran alcanzar ellos lo que nos cuesta a los humanos alcanzar.

No cabe duda de que el modo de enseñar de Jesús es diferente.  Es que enseña él con autoridad y no como los escribas.  También cobra un sentido radical lo que él enseña de modo que todo se nos presenta boca abajo.  Y es por eso que decimos a veces que lo que él propone esto no lo podemos alcanzar.  Por ejemplo, al oirle advertirnos del peligro que corren los ricos, nos preguntamos asombrados:  «Entonces, ¿quién puede salvarse?».  Y referente al no hacer frente al que nos agravia, ¿no lo cambiamos por la teoría de la guerra justa?

Nos asombra, hasta nos espanta, sí, y nos resulta ajeno lo que Jesús nos enseña.  Y a lo que va él esto lo hallamos duro de alcanzar.  Es que conocemos este mundo no más, en el que no resulta extraño que uno se venga setenta veces siete.

El Maestro, en cambio, no es del mundo.  Por lo tanto, no se amolda él al mundo ni ajusta su enseñar al del mundo.  Ni está de acuerdo él con el dicho:  «Ojo por rojo, diente por diente», si bien tal ley pone ya límites a la venganza.  Pues no hay que exigir los dos ojos como compensación por un ojo, ni los demás dientes por un diente.

Con todo, el no amoldado al mundo no deja de comprendernos.  Por lo tanto, asegura que los conformados al mundo podemos alcanzar, por gracia, lo que nos cuesta alcanzar.  Pues Dios lo puede todo.

Dios nos capacita para alcanzar lo que los humanos no podemos alcanzar.

En segundo lugar, tenemos que darnos cuenta de que loco nos ama Dios Comentarios al evangelio 2).  Es amor perdido a fondo; Dios nada gana con amarnos.  Ni tiene él razón para amarnos:  no somos grandes ante él ni poderosos ni fieles a sus palabras.

Conscientes de tal amor loco, quizá amemos como ama Dios de tal modo que aprendamos a perdonar sin límites.  Y hagamos el bien a los que nos aborecen y recemos por los que nos persiguen y calumnian.  Así pues, seremos como nuestro Padre en el cielo que nos perdona nuestras muchas y graves ofensas.  Y así también nos libraremos de la «falta grande» de no perdonar al que nos pide perdón (SV.ES IX:261-263).  Pues rehusar el perdón es burlarse del que lo pide.  Y esto no lleva a que seamos de un solo corazón y una sola alma.  Nos lleva, más bien, a  más tristeza y enojo.

Señor Jesús, concédenos alcanzar lo que los ajustados a este mundo nos cuesta alcanzar.  Envuélvenos en gracia y amor, para que seamos como nuestro Padre en el cielo que es bueno con los buenos y los malos.  Para que la Eucaristía nos sea, de verdad, comunión.  Y haz que seamos de ti en la vida y en la muerte.

17 Septiembre 2023
24º Domingo de T.O. (A)
Eclo 27, 30 – 28, 7; Rom 14, 7-9; Mt 18, 21-35

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