Atrasados en el intermedio

por | Ago 31, 2023 | Formación, Ministerios, Presencia en la ONU | 0 comentarios

Si se tratara de un evento deportivo, el entrenador estaría pegando gritos.

Los 193 estados miembros de las Naciones Unidas se comprometieron a construir un mundo en paz y prosperidad para los pueblos y para el planeta antes de 2030. Una promesa, casi un sueño. Una apuesta por eliminar la pobreza y el hambre, proporcionar un medio ambiente limpio y una vida en armonía con la naturaleza para todos.

La valoración actual:

2015 a 203017 Objetivos de Desarrollo Sostenible
2023, a mitad de camino12% cumplidos
30% en retroceso
50% estancados
  • ODS 13, Clima: Julio, el mes más caluroso de la historia
  • ODS 2, contra el hambre: 783.000 millones de hambrientos (peor que en 2019, antes de la covid).
  • La pobreza aumentó por 1ª vez en una década al aumentar la brecha entre ricos y pobres. La desigualdad, raíz de todos los males sociales (Papa Francisco)
  • ODS 16, «Paz, justicia e instituciones sólidas»: ninguna meta en marcha
  • El sistema financiero mundial para el desarrollo está quebrado moralmente

Las 193 naciones, «estados miembros» de la ONU, no han conseguido hasta ahora sus objetivos.

Seamos realistas. Nunca eliminaremos totalmente la pobreza pese al ODS 1: Poner fin a la pobreza. Es una enfermedad social, producto de la creciente desigualdad y de la política decidida por demasiados líderes que utilizan sistemas económicos que sólo favorecen a los de arriba. La codicia abunda; el Bien Común escasea.

Pero es posible eliminar la pobreza extrema y mejorar enormemente la calidad de vida de todo el mundo. Si alcanzáramos los ODS, el mundo mejoraría enormemente para todos. No sería un paraíso, pero sí un mundo con menos pobreza, sin hambre, con el clima bajo control y una vida digna.

Los ODS no van por buen camino. La pandemia supuso un enorme revés, pero no es la única responsable de los decepcionantes resultados. A estas alturas, los parches son inútiles. Los gobiernos deben dejar de hablar y empezar a correr, en palabras de un joven delegado ante la ONU, hacia la implementación de los objetivos. Esta fue la discusión en la ONU durante su Foro Político de Alto Nivel anual en julio.

El Presidente de la Asamblea General asegura que nos hemos quedado estancados en el razonamiento y los enfoques anticuados, en el negocio de siempre, en los estrechos intereses nacionales que priman sobre la solidaridad mundial y en el gasto de los fondos para el desarrollo con la vista puesta en el beneficio y no en el Bien Común. Necesitamos un planteamiento no convencional basado en la ciencia y un compromiso absoluto con la inclusión y la solidaridad mutua. «Para salvar el mundo debemos transformar el mundo». Todo un reto.

QUÉ PODRÍA APORTAR LA ESPIRITUALIDAD A TODO ESTO

El proceso de desarrollo sostenible común necesita una inyección de espiritualidad, un enfoque «unitivo». Un sentido de pertenencia compartida: unos a otros, a la naturaleza, a una familia humana en la naturaleza cada vez más interconectada de todo. Podríamos entender «Que todos sean uno» no sólo como una llamada ecuménica, sino como una necesidad existencial. La pandemia debería habernos enseñado que no estaremos a salvo hasta que todos estemos a salvo. Debemos dejar de «marginar» a los que están fuera de nuestra «tribu». Si todos «formamos parte», construiremos el Bien Común.

La Espiritualidad Vicenciana puede aportar una valiosa contribución ayudando a abordar uno de los mantras clave de los ODS: «no dejar a nadie atrás». Las personas en situación de pobreza son las que siempre se quedan atrás. Los últimos en ser considerados, los últimos en ser favorecidos. Están en el corazón de nuestra Espiritualidad y sin las personas en situación de pobreza nuestro carisma tiene poco sentido. A ellos acudimos, con ellos compartimos la Buena Nueva y juntos construimos el Reino. Nuestro enfoque es fundamental para la Agenda 2030 de la ONU.

Por ello, podríamos:

  • Orar por los esfuerzos de la ONU para crear un futuro mejor para todos;
  • Afinar nuestro análisis de los problemas y eventos a través de la lente de nuestro carisma;
  • Continuar abogando por las personas sin hogar (proyecto común de la Familia Vicenciana).

Jim Claffey,
representante de la Congregación de la Misión ante la ONU

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