Jesús es el Maestro que nos enseña de palabra y de obra lo que quiere decir hacernos todo para todos por causa del reino de Dios.
Les pregunta Jesús a sus discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Es la pregunta básica de siempre sobre él. Y, claro, hay varias respuestas, por lo que parece que él es todo para todos nosotros que tenemos varias preocupaciones. Es decir, quién decimos que es él a lo mejor da a conocer lo que nos preocupa. Más que lo que es él en sí mismo.
Sí, hacemos de Jesús no rara vez lo que queremos que sea él: ayer, se le tomó por rabí; hoy día, es libertador (véase «Jesús a través de los siglos»). Con todo, no puede un discípulo sino dar una respuesta personal que dará la medida de él. No nos basta con decir no más lo que otros dicen de él
Y contesta san Vicente desde su situación también. Es que él relaciona a Jesús con su misión; lo toma por misionero. Pero su respuesta no la saca el santo de la nada, sino de los evangelios.
Así han de ser también nuestras respuestas. No pueden venir de la pura fantasía, sino de las Escrituras, las que nos llevan a reflexionar y a orar. Es por eso que nos esforzamos por conocerlas, por el don de Dios, —generoso, sabio, conocedor—, para conocer a Cristo (san Jerónimo).
Dicen los evangelios que Jesús se hace todo para todos, para salvarlos a todos.
Los evangelios no pueden captar por completo quién es Jesús, rica que es su persona (TWVDP 11). Es por eso que lo pintan de varias formas, desde varios puntos de vista. Pero coinciden ellos en decir que Jesús es todo para todos; sobre todo, débil es para los débiles.
Y así es él, mejor que san Pablo (SV.ES XI:543-544). Jesús, por ejemplo, juzga de las cosas naturales como juzgamos nosotros. Y esto se ve en las comparaciones de las que se sirve él: el grano de trigo que se pudre y germina, la semilla que cae en tierra buena y da mucha cosecha.
El Maestro, sí, es todo para todos. Por lo tanto, le habla el lenguaje del que al cual se acerca (Comentarios al evangelio #1). Al labrador le recuerda sus labores, al mercader sus negocios, a los pescadores sus faenas. Y al hablar a las amas de casa les dice de cómo se hace un remiendo. O de cómo se barre una habitación para encontrar una moneda perdida.
Y, desde luego, Jesús es comida para los que tienen hambre, y bebida para los que tienen sed.
Pero decir con acierto que Jesús es todo para todos es una cosa. Y vivir lo que decimos es otra. ¿No se les destituirá de sus cargos a los que no viven lo que dicen para que sus veces las hagan otros? Y para los que son del grupo de Vicente, vivir lo que dicen quiere decir ser hombres y mujeres llenos de compasión (SV.ES XI:233-234)
Señor Jesús, concédenos poder decir lo que Job: «Te conocía yo solo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos». Y haz que se nos quede claro que tú eres todo para todos.
27 Agosto 2023
21º Domingo de T.O. (A)
Is 22, 19-23; Rom 11, 33-36; Mt 16, 13-20
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