«No hemos de considerar a un pobre campesino o a una pobre mujer según su aspecto exterior, ni según la impresión de su espíritu, dado que con frecuencia no tienen ni la figura ni el espíritu de las personas educadas, pues son vulgares y groseros. Pero dadle la vuelta a la medalla y veréis con las luces de la fe que son ésos los que nos representan al Hijo de Dios, que quiso ser pobre; Él casi ni tenía aspecto de hombre en su pasión y pasó por loco entre los gentiles y por piedra de escándalo entre los judíos; y por eso mismo pudo definirse como el evangelista de los pobres: Me envió a evangelizar a los pobres» (XI, 725).
Vicente de Paúl
Reflexión:
- “Me envió a Evangelizar a los pobres”. Cual si fuese un “soniquete” se repite y repite. Sin embargo, no es en el sr. Vicente una simple rutina sino que, a tenor de cada circunstancia, sabe darle su “intensidad” y “calidad”. En este caso lo utiliza como “botón final” para dejar claro cuáles son los destinatarios de la acción evangelizadora: los campesinos y las mujeres POBRES.
- “Por ser pobre evangelizó a los pobres”. En el camino de seguimiento (que es la vida) de Jesucristo adquiere singular importancia la inculturación de los agentes con los destinatarios. Para el sr. Vicente es claro que sólo desde esta situación se puede ser eficiente en nuestro trabajo. No se trata, por tanto, de ser “pobre virtuoso” sino “pobre eficiente”, es decir, pobre “significativo” ante los pobres a quienes se pretende evangelizar.
- Ver el reverso de la realidad: “ojos de la cara-ojos de la fe”. No es fácil, diría que sí deshumanizante, ver felicidad en la pobreza. Por eso, la afirmación “ojos de la fe” adquiere un singular significado. Ahora bien ¿es posible acceder desde los ojos de la fe sin iniciar esta visión desde los ojos de la cara?… Una interesante cuestión que debe llevarnos a una pregunta básica: ¿es posible evangelizar al pobre sin vivir como él?
- Dos realidades: “campesinos y mujeres”. Son, en este caso, los privilegiados destinatarios de los desvelos vicencianos: “pobre campesino o pobre mujer”. Una expresión de radical modernidad aun cuando a nivel de los países industrializados pueda sonar a arcaica, especialmente en lo que concierne al campesinado. Trasformemos el término por “proletariado urbano” y nos encontraremos con situaciones tanto o más penosas que las proyectadas por los campesinos.
- “Inhumanos, locos y escandalosos”. Tres expresiones que pueden calificar a quien se “hace uno más para evangelizar”. La “inculturación” puede verse, efectivamente, como una deshumanización para aquel que se “abaja”; de “locura” puede llamarse un actitud “corriente arriba”; y como “escandaloso” que la palabra y la obra conlleven la denuncia profética de las situaciones y estructuras que generan personas hundidas en la miseria y pobreza.
Cuestiones para el diálogo:
- ¿Están nuestras Comunidades insertas en realidades pobres?
- ¿Son pobres los destinatarios efectivos de nuestros ministerios?
- ¿La reflexión sobre las causas de la pobreza está en nuestros Proyectos Comunitarios?
- ¿Estamos implicados personalmente en el acompañamiento de algún pobre?
- ¿Nuestras obras junto a los pobres tienen la máxima calidad?
Mitxel Olabuenaga, C.M.
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