Valor supremo del reino de Dios

por | Jul 27, 2023 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Por encima de ser el escriba que entiende del reino de los cielos, Jesús encarna también el valor supremo que es este reino.

Bien claro se nos enseña que el valor supremo no puede ser sino el reino de los cielos.  Pues se nos dice:  «Antes que nada buscad el reino de Dios y su justicia; todo lo demás se os dará por añadidura».  Y las parábolas del tesoro escondido y de la perla de gran valor les vuelven a decir a los discípulos la enseñanza.

En estos cuentos, hacen lo mismo el que encuentra el tesoro y el que encuentra la perla.  Es decir, venden alegres y decididos todo lo que tienen para hacerse con lo encontrado.   Y así actúan los verdaderos discípulos.

En primer lugar, se alegran, al igual que la Virgen María.  Es que Dios los mira a los humildes.  A ellos que son de la gente sencilla, sí, se les da a conocer las cosas del reino.  Se les concede encontrar el reino de los cielos.  El reino no lo producen ni los hombres ni el lugar en el que se encuentra.  Solo la Providencia dispone que los pequeños encuentren el reino de los cielos.

Se alegran los verdaderos discípulos, en segundo lugar, pues el reino que encuentran es de valor supremo.  Con razón cambian con resuelto todo lo que tienen por el reino.  Apuestan por él aun la propia vida, entregando el cuerpo y derramando la sangre.  Siguen así al que encarna todos los valores del reino.

Nada, pues, los esclaviza ni agobia a los verdaderos discípulos.  Por lo tanto, se sienten libres para el reino.  Para que reine Dios.  Es decir, para que prevalezcan sus dones en la tierra:  la sabiduría, el buen juicio, la justicia, el amor, la compasión, la comunión.  Para que el mundo se haga más justo, dichoso, humano, y se oriente hacia la salvación total en el cielo.

Tomar el reino de los cielos por el valor supremo

Nos decimos los discípulos de Jesús hoy día.  Mas, ¿queremos antes que nada y pedimos en serio que venga el reino de Dios y su justicia?  ¿Se nota en nosotros el celo?  Es que éste es la llama del fuego que es el amor de Dios (SV.ES XI:590).  ¿Compartimos el compromiso misericordioso de Jesús, de san Vicente?  Ni aun la vejez nos excusa de ayudar a los pobres (SV.ES XI:57).

Y, ¿no sería que nuestro hablar y practicar religioso fuera aburrido y rutinario como el de los escribas y los fariseos?  Se atascan en sus viejas tradiciones.  Y se cierran ellos a la Buena Nueva del reino que es Jesús, el que cumple la ley y los profetas.  Se apresuran también a separar a los malos de los buenos y pierden tiempo, fuerza y recursos al juzgar a los demás.  Por lo tanto, se arrogan el derecho que es del Juez Supremo no más.

Señor Jesús, concédenos vivir desde el valor supremo del reino de los cielos que da fuerza y entusiasmo a los verdaderos discípulos.  Y haz que nuestras palabras y obras tengan por su fuente el reino y a él tiendan como su fin.  No dejes que seamos como el malvado que rechina los dientes al ver a uno que practica la caridad.  Déjanos más bien amar a Dios y saber que todo nos servirá para el bien.

30 Julio 2023
17º Domingo de T.O. (A)
1 Re 3, 5. 7-12; Rom 8, 28-30; Mt 13, 44-52

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